En este futbol mexicano, permanecer un año como entrenador ya es considerado un logro, más aun si hablamos de Selección Mexicana.

 

Y después de 365 las cosas suelen cambiar en cualquier sentido: positivo o negativo, pero muy pocas veces se mantiene en el mismo estado. En ese resquicio de posibilidades encontramos a Juan Carlos Osorio, un técnico que si bien es cierto no llenaba en términos generales la hoja de requisitos, los resultados fueron generándole cierto crédito en términos de credibilidad.

 

Lo hizo mucho mejor lo que hubiéramos esperado casi todos: una ronda eliminatoria sin sobresaltos y con un balance numérico muy favorable, pero en el camino de cruzo con Chile y de milagro salvo la vida (futbolera): mantuvo el puesto pero lo poco o mucho que había avanzado se desvaneció por completo. Un mal día, muy malo, uno de los peores en la historia de nuestro futbol. Fue un torneo de altibajos que terminó de manera catastrófica y la resaca se mantiene vigente, tan vigente que cada partido suena en la tribuna el “fuera Osorio”, ese mismo grito que solo cambia el apellido, ya que por ahí mismo han pasado Herrera, Chepo, Hugo, La Volpe, Meza etc.
Un año de permanencia tricolor que entrega buenos dividendos numéricos, pero en lo colectivo mantiene altos niveles de escepticismo: la línea entre las famosas rotaciones y el manoseo es cada vez más delgada y se cruza con facilidad.

 

Un año de trabajo, pero aparenta estar en punto muerto: aún no hay la identidad deseada; del ambiente al interior se hablan demasiadas cosas y los recientes movimientos no dejan tranquilos a nadie. Un par de juegos amistosos que fueron desaprovechados y que sirvieron para generar aún más interrogantes.

 

Paso tiempo considerable y una vez más se llega al hexagonal de Concacaf con esos rostros de angustia que se han hecho un sello inseparable del Tri en los últimos procesos.

 

Se abre contra Estados Unidos en la última fase antes de llegar a Rusia 2018 y por los últimos antecedentes de ambos representativos nacionales, México no llega como el favorito, y menos por qué será en Columbus, Ohio, sede donde el Tri suele sufrir demasiado.

 

Está Osorio al frente y hay que apoyarlo, puesto que el equipo es el perjudicado y ya se debe conseguir el boleto a la Copa del Mundo sin tanto sufrimiento y con unidad en el medio futbolístico nacional.

 

Un rostro que podría cambiar dramáticamente con 180 minutos de futbol, esos mismos que definirán, justa o injustamente, el futuro de Juan Carlos Osorio.