Cierra los ojos e imagina que estás en una playa de arena blanca, frente a las aguas turquesas del mar, contigo mismo como única compañía. A tu alrededor hay grupos de gente conversando, riendo y cantando, parejas tomadas de la mano, o familias construyendo castillos de arena con sus niños. ¿Cómo te sentirías si estuvieras en esa situación? ¿Te sentirías extraño, inseguro o juzgado por estar solo?
Según explica la psicóloga Julia Vidal, experta en ansiedad y estrés, y directora del gabinete de psicología “Área Humana”, “algunas personas ponen mucha atención en imaginar qué dirán los demás si los vieran solos o solas”, y por eso, se frenan a la hora de hacer realidad sus planes.
“Van a pensar que soy rara, que no me quieren, que no tengo amigos” son algunas de las ideas que se repiten en la mente antes del viaje, y una vez allí, emociones como el anhelo de compañía, la incomodidad o la soledad pueden aparecer.
Para la especialista, el éxito o fracaso de viajar solo, depende del momento y de las condiciones en las que hemos tomado la decisión. “No es lo mismo que sea una elección propia, a que haya sido porque no tenemos a nadie con quien viajar”, añade Vidal, y por eso, debemos aterrizar nuestras expectativas antes del viaje.
Beneficios de viajar solo/a:
- Aprender a estar contigo mismo. Parece que estamos acostumbrados a vivir rodeados de gente y a huir de la soledad. Sin embargo, desde la individualidad, “podemos aprender a estar con nosotros mismos, a conocernos más, a saber qué queremos lograr y qué opciones tenemos para conseguirlo”, asegura la psicóloga.
Además, explica que cuando viajamos solos, es más fácil que percibamos cómo nos sentimos frente a diferentes situaciones, y enfrentarnos a ciertas emociones que normalmente evitamos, y que tienen el poder para convertir nuestras debilidades en fortalezas.
- Enfrentar los miedos y ganar seguridad. Vidal explica que el temor a “no ser capaces” aparece desde el primer momento en que pensamos en viajar solos. Posiblemente porque siempre hemos tenido a alguien que nos guíe y nos acompañe en nuestro camino.
De ahí que, emprender este viaje es una buena oportunidad para defendernos solos a la hora de practicar nuestros conocimientos de un idioma extranjero, y potenciar nuestra capacidad para orientarnos en el lugar de destino.
- Aprender a disfrutar del silencio. “Tómate unas vacaciones sin compañía, como un turista anónimo, quédate a solas con tu persona, habla menos, busca el silencio, regodéate de tu ser”, afirma Walter Riso en su “Guía práctica para vencer la dependencia emocional”.
Y es que cuando viajamos solos nos vemos obligados a permanecer más tiempo en silencio, y con esto, a abrir un dialogo con nosotros mismos, para reflexionar con mayor distancia sobre los problemas que nos aquejan.
- Desarrollar habilidades sociales. Según la psicóloga, “combinar la experiencia de viajar solo, con la oportunidad de conocer a otras personas es un buen complemento”.
Es por ello que Vidal recomienda “estar abiertos a nuevas experiencias y a abrir conversaciones con las personas que nos rodean”, y para lograrlo aconseja participar en la planificación de actividades dentro de los grupos de las excursiones, porque esto facilita la integración con los demás.
- Tiempo para cuidarnos. Cuando viajamos en compañía de nuestros amigos o familiares es frecuente que pensemos menos en nosotros mismos y más en las prioridades del grupo. Pero un viaje a solas puede ser la mejor excusa para escuchar tu mente y tu cuerpo, en un lugar donde puedas meditar y relajarte.
También es la oportunidad para darte gusto, comer saludable, ir a una sesión de masaje en el spa, o darte tu misma un masaje de pies con las piedras del mar.
El único riesgo que corres al hacer un viaje solo/a, es que te falten horas para disfrutar de la soledad, y por eso, decidas repetirlo.