Cuando el gobernador electo de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, fue a buscar al secretario de Hacienda, José Antonio Meade, con el fin de reiterar su petición de ayuda emergente para las finanzas de su estado, se topó con la noticia de que el funcionario federal andaba en Nueva York tranquilizando a los financieros internacionales.

 

Veracruz, al igual que otras tantas entidades del país, enfrenta una crisis de liquidez enorme. En el caso veracruzano derivado de una de las más escandalosas historias de negligencia y corrupción de la que tengamos antecedentes en este país.

 

Pero al mismo tiempo el Gobierno mexicano enfrenta otra inaudita crisis derivada del resultado electoral en Estados Unidos.

 

El secretario Meade Kuribreña y el director de Petróleos Mexicanos, José Antonio González Anaya, están recorriendo los pasillos de las firmas financieras más importantes del mundo, asentadas en Estados Unidos, para que no les quede duda sobre la resiliencia de las finanzas públicas ante el terrible escenario que enfrentan con Trump en el poder.

 

Tanto los Gobiernos estatales como el federal deben estar concentrados en sus respectivas tareas y no pueden depender de lo que hagan otros para encontrar soluciones.

 

México debe dejar claro en el mundo financiero que su promesa de corrección de los desequilibrios es en serio y que Pemex está en un camino de saneamiento y viabilidad de negocio.

 

No veo ni a Meade ni a González Anaya urgiendo al nuevo Gobierno de Washington para atender las prioridades financieras de México.

 

Así tampoco deberíamos ver a los Gobiernos estatales pretendiendo depositar la responsabilidad de sus malas finanzas en un rescate del Gobierno federal.

 

En el caso de Veracruz, por ejemplo, el próximo gobernador ya dio un primer paso positivo para recomponer la situación financiera de su entidad. La renuncia de Antonio Gómez Pelegrín a la Secretaría de Finanzas del estado y la llegada de Clementina Guerrero, afín a Miguel Ángel Yunes, es determinante.

 

Si la situación en ese estado es tan grave que involucra hasta la atención médica en los hospitales, la titular de las finanzas locales debería, de inmediato, conseguir préstamos emergentes para surtir de lo necesario a esos centros de salud para no crear una verdadera desgracia humanitaria.

 

Vamos, hay herramientas locales que se pueden aplicar de urgentemente si hay la responsabilidad del Gobierno interino como solicitar recursos en un préstamo de emergencia.

 

Evidentemente que eso aumenta la deuda del estado, que es ya muy grande, pero si el argumento es una emergencia humanitaria, no hay duda de que es la salida correcta.

 

Pero, insisto, la presencia de una persona clave del panista Yunes Linares parece suficiente para conseguir los recursos emergentes en el mercado.

 

La Secretaría de Hacienda ya dio una respuesta contundente a las solicitudes de rescate de ese y otros estados. No es algo que esté dentro de las facultades del Gobierno federal. Y menos cuando si algo hace falta para enfrentar el difícil panorama que presenta la presidencia de Donald Trump es reencontrarse con la disciplina fiscal perdida en los años inmediatos anteriores.