Las grandes rachas no siempre están hechas de certeza, plenitud, regodeo, autocomplacencia, pero por algo son…, y ya podemos incluir en ese algo el factor circunstancial o la mera suerte.
Sonará disparatada la comparación tanto por las dimensiones de los equipos como por las cosechas de puntos y niveles de exigencia a los que me refiero, pero los rivales de la semifinal del Mundial de Clubes llegarán al partido compartiendo una condición: el Real Madrid, gozar de la mayor cadena de imbatibilidad en su historia (35 cotejos); el América, no haber perdido aún con Ricardo La Volpe como director técnico (15 apariciones).
Puestos a desmenuzar, en los dos casos hallaremos buena abundancia de fortuna y de encuentros por demás desastrosos que casi por milagro (o por la cabeza de Sergio Ramos) no concluyeron en debacle. Para no ir muy lejos, las Águilas hicieron méritos en tramos del debut en el Mundial de Clubes, para caer a manos del inocente Jeonbuk coreano. Como sea, al nombrar en octubre a veterano argentino como relevista, todo americanista habría firmado semejante línea de invicto, lo mismo que estar en la final mexicana y sobrevivir a la primera ronda en Japón (no olvidemos la bochornosa eliminación en esa fase, un año atrás, ante un sinodal chino).
¿Que no juega bonito? ¿Que se parece en poco a la añeja promesa de vistosidad lavolpista? ¿Que suele ser rescatado por alguna individualidad o rareza del cotejo? ¿Que apenas supera 60% del puntaje disputado? ¿Que acarrea buena dosis de espejismo? Como sea, pero el mismo La Volpe que sonaba absurdo al cacarear su invicto cuando le eliminó Chivas de la Copa MX, hoy tiene como principal defensor a ese cero en la casilla de derrotas. Todo se puede derrumbar de aquí a dos semanas, primero con Real Madrid (lo contrario sería una de las mayores hazañas en la historia de nuestro futbol), luego frente a Tigres (el momento que marcará en definitiva su relevo y al Centenario como tal), aunque hoy se asoma a las citas más importantes de la campaña sin conocer lo que es ser vencido.
Decía renglones arriba que en el debut ante Jeonbuk, América hizo méritos para caer, lo cual de ninguna forma significa que haya sido superado. Simplemente, tras irse en desventaja tuvo un buen lapso en el que fácilmente pudo encajar un segundo tanto que hubiese colapsado todo…, pero ese gol no entró y más tarde el oficio bastó para rescatar a los de Coapa.
Algo más que oficio y suerte requerirá contra el Madrid: talento, inventiva, inteligencia, serenidad, concentración, contundencia, sobre todo futbol y la noche de su vida. Basta con recordar que, bajo este formato del Mundialito, nunca el representante europeo ha quedado fuera en semifinales y nunca el de Concacaf ha accedido a la final.
Por distantes que sean las realidades de los dos clubes y las posibilidades de los dos planteles, la estadística previa no miente: dos cuadros que comparten sendas rachas sin perder. Dos rachas también rellenas de dudas, de la percepción de que tan bonito número podría ser demasiado diferente si un par de astros no estuvieran tan positivamente alineados.
Twitter/albertolati
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