Una noche de 1979 inició su travesía. José Luis Solórzano abandonó el rancho El Varal, en Guanajuato, para cruzar “al otro lado” y alcanzar a su hermano mayor. Pagó 200 dólares y pasó tres días sin comer y sin tomar agua: “no fue fácil”, admite. Al llegar a Estados Unidos, inició como la mayoría de los migrantes: de lavapisos y lavaplatos.
Durante seis años y realizar una jornada laboral diaria de 12 horas, ahorró para iniciar un negocio que hoy emplea a 600 personas de manera directa y genera una cifra “incalculable” de empleos indirectos. Le compran 7 mil 500 tiendas para revender en Estados Unidos productos textiles y de calzado nacionales: “aventé una moneda al aire para decidir si me dedicaba al abarrote o al calzado, siempre me quedé con la espinita si agarré el camino adecuado”.
El próximo año iniciará la exportación de artesanías, su idea es trasladar algo de cada uno de los 2 mil 400 municipios.
A propuesta del PAN, José Luis Solórzano Zavala recibirá este mediodía la “Medalla al mérito cívico Eduardo Neri, Legisladores de 1913”, que otorga la Cámara de Diputados. El Congreso mexicano tomó esta decisión para enviar un mensaje en contra del discurso xenofóbico del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, hacia los connacionales.
Un mexicano exitoso, ¿cómo recibe el mensaje de Trump?
-Para todo mundo, ya seamos legales o ilegales es un golpe muy duro porque no sabemos lo que va a pasar, si lo que el señor está diciendo lo va a cumplir. Todos tenemos familiares, que de alguna manera no están legales, y tememos mucho por lo que vaya a pasar.
-¿Con el dinero que genera aún se come un taco de frijol?
-Nosotros hemos tenido siempre los pies sobre la tierra. Lo mismo dormimos dentro de una lona al aire libre, lo he vuelto hacer en la situación que estamos ahora, para mí nada ha cambiado. Todo llega y así como llega se puede ir. No he cambiado en lo absoluto: lo mismo disfruto un buen cognac que un pulque.
Es un hombre serio, apenas suelta dos sonrisas durante la conversación con 24HORAS. Una de ellas, casi al final, cuando recuerda su infancia: “yo salí de sexto año y a lo mejor me sacaron por problemático, las calificaciones que tenía no eran las mejores”. Y ya no estudió más.
-¿Era travieso?
-A esa edad, ya se imaginará…
Después de muchos años de esfuerzo, reconoce que es un poco flojo para levantarse y nunca llega a su oficina antes de las 11:00 horas. Habla de manera pausada y tiene esa mirada característica del migrante que desconfía pero amable. Tropieza con algunas palabras; se le escapa un “haiga”. Admite que habla mejor inglés que español. Hoy ya es residente legal.
Frase:
“Yo estoy para apoyar todo lo que traiga beneficios. No soy de colores ni de de partido, sino más de la idea de apoyar. Cualquier persona de cualquier partido que traiga buenas propuestas siempre estaré disponible”.