En su reciente libro, “La industria de la felicidad”, William Davies ofrece un ensayo contundente que enfrenta al lector a la pregunta: ¿Estamos obligados a ser felices? Y todavía va más allá: ¿Quién dicta qué es la felicidad? Y tras esa dupla de interrogantes, aparece inevitablemente el dilema: Tener o ser, esa es la cuestión.
De un tiempo a esta parte, explica el autor, parece como si todos estuvieran obligados a ser felices. “Tanto los Estados como el mercado y la tecnología nos animan a dejar atrás el malestar, y de paso, la inconformidad, y a disfrutar sin protestas del presente. Pero, ¿eso es la felicidad?”, insiste el autor, quien ha dedicado muchos años a estudiar el tema.
“La industria de la felicidad” (una exhaustiva investigación de lectura ágil y clara de 323 páginas), de acuerdo con William Davies es “un oportuno antídoto contra esas frágiles obras de superación personal que atestan las mesas de novedades, y explora el modo en que las emociones humanas se volvieron, para bien para mal, en la religión de esta era”.
A lo largo de esta entrega, Davies recorre pasillos de empresas, laboratorios y oficinas gubernamentales para descubrir muchas cosas interesantes.
En el largo camino hacia la conclusión de esta obra, dibuja un implacable retrato del capitalismo contemporáneo y delinea claramente otra idea de felicidad, acaso menos rentable, pero más esperanzadora.
Traducido al español por Antonio Padilla Esteban, el volumen es una suerte de invitación a repensar los hábitos y emociones personales del día a día, porque se atreve a cuestionar la idea dominante de felicidad (que viene impuesta como una obligación) y le descubre al lector de cualquier clase por qué las empresas y los Estados la promueven.
William Davies es sociólogo, analista de economía y política y profesor en Goldsmiths, University of London y colabora regularmente con las publicaciones “New Left Review”, “Prospect” y “Financial Times”.
Además de “La industria de la felicidad”, es el autor de “The Limits of Neoliberalism: Authority, Sovereignty and The Logic of Competition”.
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