Hace tiempo que no escuchaba un discurso tan sólido como el que escuché recientemente al Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la semana pasada en su discurso anual en calidad de Presidente. Juncker expuso la situación de los países de la Unión y tomaba el termómetro del conjunto del supra Estado.
La Unión Europea atraviesa momentos difíciles. El Reino Unido tiene las horas contadas en su permanencia dentro del club. El Brexit es una realidad incontestable por mucho que ahora los propios británicos se arrepientan. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea será un golpe en toda regla, primero para la propia isla, que sufrirá una involución en sus macrofinanzas y en segundo lugar para la propia Unión por la pérdida de uno de sus socios más relevantes.
La inmigración es el otro caballo de batalla. Es perentorio tener sistemas reguladores para controlarlo de manera justa y equitativa. Necesitamos una Europa más solidaria, más condescendiente, pero también más controladora.
Esa inmigración de tantos años ha dado lugar a que los terroristas del DAESH vivan en nuestro espacio común. Son muy pocos los que se escudan en la mayoría que es gente de bien. Son jóvenes terroristas cuyos padres y abuelos vinieron de países musulmanes y radican en Europa desde hace muchos años.
Ya tenemos problemas de calado como para que nos echemos a la espalda otros que no deberían de existir. Me refiero al problema de Cataluña. Porque un referéndum ilegal no sólo le perjudica a España, sino al conjunto de países de la Unión.
El primero en salir está siendo Gran Bretaña. Ellos sí lo van a hacer, entre otros motivos, porque los británicos sí fueron a votar de manera legal. Pero el problema que se le plantea a Europa es que hoy son los catalanes, pero mañana pueden ser los corsos, o los de Baviera o los belgas, y así dinamitaríamos esta Europa en la que buscamos una unión real.
Juncker hablaba de reforzar el Estado de Derecho y de unir con cemento a los países de la Unión. Y todo ello para mirar de tú a tú a los gigantes asiáticos o a Estados Unidos. La idea de Juncker y de los anteriores es crear un supra Estado, el embrión de los Estados Unidos de Europa. Pero claro, eso se riñe, es incompatible con los sueños secesionistas anacrónicos y antiguos de lo que pretenden hacer algunos catalanes.
caem