Por su naturaleza, las universidades nunca han sido escenario propicio para los políticos del sistema, mucho menos ahora y, de manera especial, para aquellos cuya imagen se sostiene en el starsystem de los medios tradicionales confrontados de manera constante con la disidencia de bolsillo expresada en las redes sociales, cuya peligrosa capacidad de convocar al linchamiento quedó demostrada el pasado viernes en la Iberoamericana.

 

No importa si se trata de instituciones privadas o públicas. En las universidades, la disidencia tiene algo de impostura heroica y ocasional cuya celebración –como en la Ibero– se prolonga por la noche en las mesas de La Condesa, mientras en las segundas se trata de expresiones “de clase”, casi siempre orquestadas por los partidos cuyo control es patente de corso como sucede en Sinaloa, Oaxaca o Guerrero.

 

La repulsa del viernes en Santa Fe, así haya sido labor de minorías inducidas y manipuladas con los discutibles argumentos de los feminicidios en el Estado de México y su estadística distorsionada o la incursión policiaca en Atenco por la cual ninguno de esos rebeldes de ocasión y manos rojas protestó cuando los hechos ocurrieron, debe sin embargo mover a reflexiones, no sobre las consecuencias en la campaña del candidato delantero, sino en cómo muchas cosas se pueden salir de control (en todos sentidos) gracias a la incontenible ola del tsunami tuitero desde donde se fraguó esa emboscada. Hasta Reforma la llama así.

 

Las redes propalan rumores sembrados desde cualquier casa de campaña o “cuarto de guerra”, y hacen cumplir las profecías de su jocosa propagación entre la sorna y el humor simplón escondido en el baño de mujeres con música de Mijares.

 

Pero con ese nuevo fenómeno se debe convivir, y quien quiera hacer una exitosa labor política de proselitismo deberá aprender a dominar (en varios sentidos, el de la habilidad y también el del control) y desviar rápidamente las avalanchas. Ahora y de manera especial en el futuro.

 

El desollamiento al cual se vio sometida Josefina Vázquez la tarde de su desafortunado debut en  el estadio vacío, se repite ahora con Enrique Peña a quien puyan con sorna y jugueteo tras las expresiones del rechazo anunciado sobre cuyas consecuencias habrá tantas interpretaciones como colores tenga el cristal de la mirada.

 

También habrá una pregunta: ¿era más costosa la cancelación cuando ya se sabía de la celada? Eso lo deben determinar quienes ahora trabajan en la reparación del daño.

 

 

MEMORIA

 

Peña sufrió el viernes idéntico desprecio del exhibido contra Carlos Castillo Peraza en la Ciudad Universitaria en mayo de 1997 o Luis Felipe Bravo en Acatlán durante la reciente campaña por el gobierno del Estado de México, cuyo ridículo desempeño, no obstante, le fue premiado con una mullida poltrona en el Senado.

 

En el primer caso, Castillo Peraza fue insultado, agredido con huevos y condones flotando como zepelines y echado por las malas del campo académico de Copilco, tras una visita cuya finalidad nunca quedó clara. Ningún provecho se obtuvo de esa excursión al profundo sur de la ciudad, sólo  confirmar la verdad más evidente: la derecha nunca será bienvenida en la UNAM, lo cual contrastó con la exultante manifestación de apoyo brindada al ingeniero Cárdenas y a la cual, por cierto, se oponía vehementemente el entonces rector Jorge Carpizo, cuya canonización ahora tantos piden.

 

Sólo como refresco de la memoria vale la pena aquí reproducir algunos conceptos del propio ingeniero en torno de su presencia en las instalaciones universitarias:

 

“…Carpizo estaba equivocado o actuaba en este caso partidariamente, si consideraba que permitir que los universitarios escucharan a un candidato significaba que éste se entrometiera en los asuntos de la exclusiva competencia de la  Universidad”.

 

Como todos recordamos el mitin fue algo cercano a la apoteosis. Si alguien tiene tiempo puede consultar la célebre crónica de Carlos Monsiváis.

 

Pero no ha sido Peña el único en sufrir en el campus.

 

No se recuerda caso peor: un jefe de Estado, como le ocurrió a Luis Echeverría, quien con la frente rasgada, estuvo fuera del radar de todos los órganos de seguridad de entonces por casi 40 minutos, mientras alguien se lamía los bigotes en Bucareli, correteado por los “jóvenes fascistas del coro fácil” tras una apedreada en la escuela de Medicina de la UNAM.

 

Sin embargo, el caso de Peña tiene una característica diferente de aquellos quebrantos por los cuales hemos pasado a vuelo de pájaro. Puede serle de enorme utilidad si en su equipo alguien lo exhibe como víctima de la incivilidad política y el encono inducido y después comprende (y aprende) cómo se manejan las redes, tal como hacen algunos con el auxilio de la empresa Microsoft en México.

 

REDES

 

Pero no son nada más las redes sociales las presentes en las campañas. Así le llaman en los partidos al esfuerzo de afiliación y organización vecinal.

 

Los habitantes del lago de Chapala, ilusionados en el futuro prometido por los organizadores de la campaña, le regalan a la señora Vázquez un aditamento de pesquería, una red.

 

Úsela contra los peces gordos, le dicen en recuerdo de aquella fracasada frase de Pancho Barrio, quien desde la contraloría foxista continuó su fracaso en el gobierno de Chihuahua.

 

Los hombres de la laguna no se dan cuenta cómo la red no suelta a la candidata, pues aún antes de enganchar su brazalete en los hilos de la malla, ya doña Josefina la ha usado contra la corrupción.

 

Espantada por la lectura de 24 HORAS, fulmina a su hermana Margarita tan fácilmente como la había incrustado en la burocracia remuneradora. Y de paso, mete en un enredo (otra vez la red) a Marisela Morales, procuradora general de la República, quien sufre a goterones para explicar cómo se suprime de la nómina a quien no ha cometido falta alguna, excepto la irremediable condición de hermana inocente de la candidata incómoda.

 

Pero en estos días  quien nada debe todo teme y la renuncia de la señora Margarita Silvia Vázquez es una muestra dorada de cómo se hacen bolas los engrudos panistas, pues cuando Roberto Gil necesita explicar lo inexplicable y justificar lo innecesario, las palabras se hacen espuma o se hacen cosas malas con apariencia de buenas o mejores con semejanza de pecado.

 

“Quiero escribir pero me sale  espuma” decía César Vallejo.

 

Quiero explicar pero me sale chicle, diría Roberto Gil tras leer estas palabras suyas : “La PGR no sólo avala su trabajo, sino que ella se ganó su lugar pasando por controles de confianza”. Obviamente la primera confianza fue la de su hermana.

 

Pero sufren quienes practican el nepotismo impronunciable. Ante la evidencia de haber sido pillados en algo de tan alta regularidad administrativa, en un asunto de insuperable calidad en el servicio público, cómo viene a resultan tan bueno el desempeño fraterno como para desaparecerlo, nos dejan a todos con una pregunta: si la señora Margarita no ha cometido en su vida –como todos dicen, en la campaña y la PGR– ni error, ni delito, ni infracción administrativa ¿por qué la hacen renunciar?

 

Se trataría de algo tan indebido como hubiera sido un nombramiento por simple recomendación desde el gabinete.

 

–Ahí te mando a mi hermanita, a ver dónde la acomodas y una de cal por las demás de arena. No, no es abogada, pero está próxima a titularse, habría dicho quien desde la red solicitó el favorcito.

 

Todo esto se tradujo en ingresos fraternos de monto nada desdeñable, en un país donde la candidata ignora el monto del salario mínimo: doña Margarita Silvia se embolsó 550 mil 700 pesos en el año 2009 (sin sumar ingresos hasta la fecha) por una imprecisa labor en la difusa y poco eficaz área de “apoyo a víctimas”, una más de las fantasmales dependencia de membrete de la PGR.

Hoy ella misma es una víctima.

 

QUADRI

Cada vez hay más voces contra el voto al Panal, hasta orillarlo a la pérdida del registro. Pero tal no va a suceder. La ilusoria motivación a favor de Quadri es un globo de jabón. Sostener al único partido corporativo del país es no sólo un anacronismo, es una injusticia, pero seguirá actuando en el sistema nacional de partidos, pasen como pasen las cosas.