A lo largo de los últimos 400 años, la política entre naciones, incluso dentro de los propios países, se ha realizado a través de misivas.
Los telegramas de los años 80 eran las palomas mensajeras de entonces y las cartas de correos, primero, y luego los e-mails fueron misivas apergaminadas donde reyes, validos, diplomáticos o camarlengos diseñaban sus estrategias para gobernar de una manera cartesiana, tal vez porque en aquel entonces había tiempo para perder el tiempo.
Pero la mente humana es tan rápida como la velocidad del sonido e hizo que el mundo se globalizara y todos nos convirtiéramos en uno sólo.
Entonces nacieron las computadoras, y las aplicaciones, y los celulares, y todos nos convertimos en los dueños de un mundo sin océanos mientras que todo ese mundo tecnológico nos estaba destruyendo.
Las videoconferencias, las aplicaciones como Skype o Facetime han simplificado el trabajo, pero también lo han deshumanizado. Las redes sociales han hecho el resto.
Donaldo Trump lo ha entendido muy bien, tanto que gobierna su país a golpe de tuit. Y ¿qué es un tuit más que un impulso de 140 caracteres? ¿Qué es más allá de contestaciones destruyendo el lexema y dejando tan sólo fonemas para que quepa más información? ¿Cómo se puede gobernar un país con sólo 140 caracteres? ¿Dónde cabe tanta frivolidad?
Donaldo Trump no puede manejar Estados Unidos a golpe de tuit, porque sólo habla de él como un caballo desbocado que escribe en una red social lo primero que se le ocurre. Claro, así le van las cosas. Su vehemencia se deja ver en las enemistades que se ha forjado en dos semanas que lleva en la Presidencia. No es lo más ortodoxo colgarle el teléfono al primer ministro australiano ni decirle a la canciller alemana Angela Merkel que detrás del euro sólo se esconde el marco alemán.
Y esa impulsividad del tuit lo ensalza con una arrogancia arrabalera.
Ahora resulta que todos nos hemos aprovechado de Estados Unidos. Pero Donaldo ha dicho que lo va a cambiar todo. No hay más que ver cómo ha gobernado en las dos primeras semanas de mandato, con sus desprecios a la OTAN, sus vilipendios a México o su altanería a la Unión Europea.
Se deja odiar este nuevo Presidente. Creo que es lo peor que le ha pasado a Estados Unidos desde que se creó como nación. Por eso cuando lo han llegado a comparar con Reagan o Bush, me sorprende. Reagan es Eisenhower y Bush, Disraeli si lo comparamos con Donaldo Trump.
Es tan auténtico el tuitero que no tiene parangón.