¿Alguien en su sano juicio político pensó que en vísperas del anuncio del nuevo Modelo Educativo iban a concederle el amparo a la ex maestra de la maldad y la perversidad para que continúe su juicio desde la comodidad de su hogar? ¡Pues no, verdad!

 

 

Imagínense cómo le hubiera caído al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, que quien alguna vez se autonombró “la gran reformadora del siglo XXI” en materia educativa le robara los reflectores. ¡Bastante mal, verdad!

 

 

Elba Esther Gordillo fue aprehendida y puesta en prisión el 26 de febrero de 2013, como presunta culpable de los delitos de lavado de dinero, delincuencia organizada y defraudación fiscal. Desde ese entonces está en la cárcel, es un decir, con el beneplácito de la sociedad en general, una ex lideresa modelo de caciquismo, corrupción y abuso del poder al servicio de sus intereses personales y familiares.  

 


En aquel entonces, nadie le escatimó al Presidente de la República que se haya atrevido a derrumbar el nefasto imperio sindical que la señora Gordillo había construido con el apoyo de cuatro Presidentes: los priistas Carlos Salinas
 y Ernesto Zedillo y los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón.

 


Pero han pasado cuatro años de que la señora está en la comodidad del hospital donde la atienden de ciertos males, y parece, nada más parece, que se le están descomponiendo las cosas al Gobierno federal en el terreno legal de las acusaciones contra
 Elba Esther. De los tres cargos contra ella, dos podrían desaparecer: el lavado de dinero y la delincuencia organizada. Solamente sigue vivito y coleando el presunto delito relativo a la defraudación fiscal. Si bien es cierto, aunque sea nada más por fraude al fisco, seguirá presa la profesora Gordillo. También es verdad que si fallan las pruebas en su contra por los otros delitos, entonces habría que preguntar: ¿valió la pena el escándalo político y mediático para obtener resultados tan pobres?

 

 

De ahí, pues, que las instituciones del Gobierno federal que tienen injerencia en este asunto defenderán “hasta con las uñas” que la profesora Gordillo siga, no tras las rejas, en donde estuvo unos cuantos días después de su detención, sino “guardadita” en el hospital donde la atienden.

 

 

Lo que no se ve bien es que los magistrados del Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal, así como el Primer Tribunal Unitario, que llevan los asuntos de la maestra Elba Esther Gordillo, hayan resuelto, por tercera ocasión, negarle los amparos para que continúe su sentencia en arraigo domiciliario, argumentando que cuando fue detenida todavía no cumplía los 70 años. Quienes saben de asuntos legales afirman que eso no dice la ley ni el Código de Procedimientos Penales Federales ni la Constitución de la República. Otro de los argumentos de los magistrados para la negativa es que la maestra “se les puede pelar”. ¡Que no manchen!, exclaman los observadores.

 

 

Con los mencionados argumentos, cualquiera podría cuestionar la autonomía del Poder Judicial Federal. Los expertos en derecho constitucional recuerdan que el narcotraficante Ernesto Fonseca, más conocido como Don Neto, fue detenido cuando todavía no cumplía 40 años de edad; y justo el día que estaba festejando sus 70 años, dichos magistrados le dieron un regalito al otorgarle el amparo para que terminara su sentencia en su lujosa residencia, ubicada en uno de los fraccionamientos más exclusivos de la city.

Y sobre la actuación de los magistrados, ¿qué dice el ministro presidente de la tremenda corte, perdón, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Luis María Aguilar?, preguntan los ingenuos que creen en la independencia de dicho poder. ¡El silencio vale oro!, acotan los suspicaces.