El futuro dirá cuáles fueron las aportaciones más importantes de Obrador a la política nacional, aquéllas que, para decirlo con toda la cursilería posible, trascenderán a su tiempo. De momento hay una, tan contundente como involuntaria. La contribución es por supuesto la popularización de los videoescándalos; la política convertida en un espectáculo sórdido; la política como un reality de nota roja.
En los últimos días fue Eva Cadena, que hasta dos veces resultó prendida en el acto de recibir dinero, mucho, que para la causa... Pero se ha repetido ya hasta el hartazgo; ella es solamente la última de la lista a la que se suman Ponce, aquel secretario de Finanzas que gastaba en Las Vegas como mafioso de Nueva Jersey mientras chambeaba para la administración amlista en el DF, y las “víctimas” de Carlos Ahumada: René Bejarano y Carlos Ímaz, los señores de las bolsas y de las ligas.
Ya sé lo que viene ahora. Que a Eva y a los otros les pusieron un cuatro. Que vamos, eso está montadísimo. Y caray, sí: es cierto. No hace falta mucha agudeza, mucha suspicacia para entender que cuando alguien planta una cámara para agarrarte en un acto de corrupción, lo que hace es ponerte un cuatro. Tiene razón AMLO: hubo un compló. Hay gente empeñada en hacer de la política un espectáculo sórdido, un reality. ¿La mafia en el poder? Eso habría que demostrarlo. Pero hay alguien. O alguienes. Y algunos están en casa.
Y es que lo que se niega a explicar Obrador es por qué tantos de sus luchadores por la honestidad valiente acaban por actuar en esos shows. O sea, por qué su entorno, además de ver por los pobres, y denunciar caricaturistas, y cercar a los medios corruptos, y recorrer nuestro México con esa austeridad que quién sabe quién paga y de acompañarlo hasta el último pueblo de la sierra, se ha convertido en una fuente de actrices y actores del más degradante, vulgar, corrupto de los espectáculos mediáticos. Ése que tanto le asquea. Ocurre, señor López Obrador, que para hacer un video se necesita más que una cámara y un director: se necesita a alguien dispuesto a protagonizarlo. Usted ha demostrado un ojo tremendo para encontrar gente dispuesta a hacerlo. Para elegir al elenco, vaya.
Esperemos, pues, con paciencia sus explicaciones. Mientras, un consejo fraternal: búsquese un director de casting. Empieza a ser urgente. No vaya a ser que un día la mafia en el poder nos convenza de que uno es responsable por los subalternos que elige, y por una vez le estalle en las manos lo de Eva, y René, y Carlitos...
aarl