La década de los años 70 entregó al cine varias de las mejores películas de todos los tiempos: desde Naranja Mecánica hasta El Padrino, pasando por Contacto en Francia, El Exorcista, Chinatown, Atrapado Sin Salida, Taxi Driver, Tiburón o Annie Hall, entre otras. Pero prácticamente no se hacían películas familiares, de aventuras, dirigidas a un público más amplio que pudiera dejar volar su imaginación a través de la pantalla grande.
Pero todo eso cambió gracias a la visión de un joven cineasta que, el 25 de mayo de 1977, estrenó la que quizá sea la película que cambió la historia del cine en más de un sentido: Star Wars, o como se le llamó en México, La Guerra de las Galaxias. Con ella, George Lucas le regresó al cine el espíritu de aventura y maravilla que solía tener con una historia que no sólo cautivó a los millones que la vieron en su momento, sino que se convirtió en parte de la cultura popular. El efecto Star Wars que llegó para quedarse.
En ese entonces, ir al cine era una experiencia completamente diferente a la actual. No existía el Internet, así que los boletos se compraban haciendo fila, a veces por horas, para llegar a la taquilla. No había YouTube, así que no se podía saber bien a ciencia cierta que se iba a ver sino hasta estar adentro de la sala. Las pantallas eran enormes, y si bien no existían los sistemas de sonido como el THX o el Dolby Atmos, los buenos cines de la época se las arreglaban para que la experiencia de ir al cine fuera justo eso: algo que tenía que vivirse.
En sus primeros 10 minutos, Star Wars impactó al mostrar los elementos que la hacen inolvidable: fondo negro de estrellas; el impacto sonoro de la música compuesta por John Williams y, en un párrafo que se perdía en el horizonte, las frases que describían una lucha entre el bien y el mal como muchas otras, solamente que ubicada en un tiempo pasado y en una galaxia lejana, muy lejana; una persecución espacial con una nave que parecía interminable y que “pasaba” arriba de nuestras cabezas nos mostraba disparos, rayos láser, un par de simpáticos robots, un villano totalmente inusual y amenazante, y una bella princesa de gran carácter.
A partir de ahí, el resto es historia: revivió el género fantástico y de ciencia ficción, ese de los seriales de Flash Gordon que tanto hacían trabajar la imaginación de Lucas; volvió a hacer más que relevante la música compuesta para el cine con grandes orquestas, la cual prácticamente ya no se utilizaba; inventó un nuevo lenguaje cinematográfico a nivel visual gracias a sus efectos especiales; y lo más importante: hizo soñar y volar con la imaginación a millones de personas a las que, literalmente, les cambió la vida.
Sería larguísimo escribir acerca del impacto que ha tenido Star Wars en más de un sentido, pues se ha convertido en parte de la cultura popular de varias generaciones, y su influencia ha sido tal que hasta –en el colmo de la estulticia- una pseudo religión ha salido inspirada en ella, entre miles de cosas. Por ello, solamente nos unimos a los festejos por las cuatro primeras décadas del estreno de un filme icónico y trascendente, que a México llegó siete meses después, el 23 de diciembre de 1977.
TRES MALAS Y UNA BUENA
La semana que concluye estuvo llena de noticias que no podía dejar de comentar, tres de ellas negativas y, afortunadamente, una muy positiva para México: primero, el ataque terrorista en la Manchester Arena después del concierto de Ariana Grande. Faltan palabras para expresar la impotencia y el coraje de saber que murieron niños y jóvenes inocentes en algo que, en vez de terminar como una gran fiesta, acabó en tragedia. El mundo justo como no lo queremos.
La segunda tragedia, ésta de otro tipo, fue el anuncio de que el cineasta Zack Snyder (Batman v. Superman) deja en manos de Joss Whedon (The Avengers) la postproducción de Justice League, tras dar a conocer el suicidio, en marzo pasado, de su hija de 20 años. Justo en una época en que el suicidio adolescente está siendo motivo de interminables conversaciones -gracias en particular a la serie de Netflix, 13 Reasons Why- la noticia impacta porque demuestra que ni siquiera la hija de un reconocido director (y cuya vida, al menos económicamente hablando, estaría resuelta) se escapa de luchar contra los demonios contra los que lucha la juventud actual y que han convertido el tema en algo alarmante.
La tercera mala noticia fue el fallecimiento de Sir Roger Moore, quien para varias generaciones fue su James Bond. Moore, quien interpretó al 007 en siete ocasiones (Sean Connery también, pero una de ellas no es considerada como oficial), fue quien le dio al famoso agente secreto una personalidad mucho más irónica, hasta divertida, llevando las aventuras de Bond a extremos hilarantes como pelear en el espacio. Pero de que tenía un encanto y carisma inolvidables, no queda duda. Descanse en paz, Mr. Moore.
Y para terminar, una buena: en el Festival Internacional de Cine de Cannes se dieron cita, cautivando a propios y extraños, los mexicanos que más éxito han tenido en el mundo del Séptimo Arte fuera de nuestro país: Salma Hayek, Diego Luna, Gael García Bernal, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki. Jamás habían coincidido todos en un mismo evento, y qué mejor que hacerlo para festejar los 70 años del que es considerado el festival cinematográfico más prestigioso del mundo. Verlos recibiendo el reconocimiento de otras estrellas del cine, y después sacando el espíritu mexicano cantando en plena fiesta con mariachi, deja un gran sentimiento de orgullo y demuestra que el talento mexicano no tiene barreras.
aarl