“No venimos a pasar desapercibidos”, afirma a Efe Andrés Cavallari, ejecutivo en México de Shell, la multinacional petrolera que este año abrirá sus primeras gasolineras en el país aprovechando el fin del monopolio estatal en el sector energético.
“Shell está presente en más de 70 países y tenemos más de 43.000 gasolineras con la marca Shell en el mundo. (…) Donde nosotros estamos somos un actor relevante y venimos a tener un posicionamiento relevante en el mercado mexicano”, indica Cavallari, director de operaciones Downstream (refinación y comercialización) de Shell México.
Todavía es pronto para dar detalles del plan de inversión y del número de estaciones de servicio con las que piensan arrancar, pero este año “abriremos nuestras primeras gasolineras”, sentencia el directivo.
La empresa de origen inglés y holandés busca así no quedarse rezagada en México, luego de que la reforma impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto liberalizara el sector tras casi ocho décadas de monopolio estatal.
La carrera ha comenzado. A inicios de marzo la británica BP, otro coloso, abrió su primera estación de servicio en México, y anunció hasta 1.500 gasolineras en los próximos cinco años.
Se estima que en el país hay alrededor de 1.000 estaciones de servicio en manos de firmas privadas, de un total de 11.400, luego de que se abriera el mercado el año pasado.
Firmas como Petro-7, Oxxo Gas, Hidrosina y Texaco empezaron a operar, sustituyendo la marca de Petróleos Mexicanos (Pemex), hasta entonces omnipresente.
“Esta situación de entrada de nuevos competidores se va dar en los próximos años. Este partido no se resuelve en el corto plazo”, apunta el directivo, que ve en México un mercado “muy interesante” y “en crecimiento”, gracias a un marco regulatorio sólido y un consumidor sofisticado.
Con estas premisas, Shell entra ahora en el mercado de venta de combustibles, si bien tiene presencia en México desde hace 60 años en negocios de lubricantes, productos químicos y comercialización de gas natural, aunque ello representa un volumen “muy pequeño”.
En el plan de negocios contemplan la conversión de gasolineras que hoy son de Pemex y la construcción de nuevas, ya sean operadas directamente por ellos o a través de franquicias.
Las gasolineras mexicanas atienden en promedio a más de 3.000 vehículos, cuando en Estados Unidos la proporción es de una estación por cada 1.650 automóviles, y en Canadá hay una por cada 2.220 unidades, de acuerdo la Secretaría de Energía.
“Es necesario que haya más presencia de gasolineras, sobre todo en centros urbanos como Ciudad de México y el área metropolitana”, afirma Cavallari.
En un primer momento, Shell comprará la gasolina a nivel local -de una de las seis refinerías del país- y les añadirá sus aditivos, pero a futuro no descartan importar sus propios insumos, a la vez que entran en el mercado del transporte y almacenamiento de combustible.
El 2 de mayo, Shell perdió frente a la estadounidense Tesoro la primera licitación para usar ductos de Pemex, en un concurso para el transporte y almacenamiento en los estados de Baja California y Sonora.
Pero la firma anglo-holandesa no descarta participar en futuros concursos o construir su propia red.
“México necesita nueva estructura para que apoye y apuntale crecimiento al país y crecimiento de la demanda de energía. En ‘midstream’ (transporte) también queremos jugar fuerte”, asevera.
De cumplir con sus propósitos, Shell tendrá presencia en toda la cadena productiva, afianzando su marca en México, el cuarto consumidor global de gasolinas, según la Secretaría de Energía.
Inversión, estrategia y transparencia son algunas de sus claves. También tienen en cuenta la seguridad, pues en México el robo de combustibles es una práctica habitual y millonaria, que recientemente se saldó con altercados con los ‘huachicoleros’, como se conocen popularmente estos ladrones.
“México no es el único país del mundo donde esta situación se presenta, y sabemos que es un problema que puede ser resuelto. Somos una empresa con altos estándares operativos, de ética y cumplimiento con la ley”, señala.
Para el directivo, esta apertura del sector solo traerá beneficios a los clientes porque habrá mejor producto, capacidad de elección y mayor competitividad en los precios.
Y, pragmático, responde a los críticos de la reforma energética -que acusaron al Gobierno de vender la patria al extranjero- que ahora podrán” comprar su combustible a la empresa que lo satisfaga más”.
Además, sostiene, “Pemex seguirá estando y será un jugador súper relevante en este mercado por muchísimos años”.
JMS