El hígado le ganó a Margarita Zavala.
De otra forma no se explica cómo es que puede afirmar –o con base en qué numeralia- que el “gran perdedor’’ de la elección del domingo fue Ricardo Anaya.
Zavala utilizó el método de redes que hizo popular a AMLO para anunciar que realizará, a partir de mañana, una gira nacional “para demostrar que se puede hacer política de otra manera’’.
El anuncio sirvió también para cuestionar a Anaya, la decisión de competir en alianzas y para demandar que en un mes el PAN tenga ya el nombre –su nombre, desde luego-, del candidato presidencial para 2018.
Pero Anaya no sólo no perdió; en el Estado de México mantuvo la votación a favor de su partido en los mismos porcentajes que en la elección de 2011, quizá ligeramente superior.
Ganó, en alianza con el PRD, un partido local y el PES, la gubernatura de Nayarit; ganó además 100 de las 212 presidencias municipales disputadas en Veracruz, incluidas las ciudades más importantes, con excepción de Xalapa y Coatzacoalcos.
Y podría ganar la gubernatura de Coahuila si el conteo de votos –que no recuento- que se realizará hoy es derecho
.
Las ansias le están ganando a Zavala; sabe que si el método panista de selección es el de consulta a la base, no tiene posibilidades y menos si la decisión recae en el Consejo Nacional, en donde no tiene ni 10% de los votos de los consejeros.
¿Quién perdió?
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No se entiende por qué el presidente de la Mesa Directiva del Senado, el tricolor disfrazado de verde Pablo Escudero, insiste en la realización de un periodo extraordinario dentro de dos semanas, cuando no hay, hasta el momento, material para discusión.
Ya se sabe que los periodos extraordinarios son simplemente para aprobar o no los dictámenes previamente aprobados en las Comisiones del Senado o de la Cámara de Diputados.
Pero por las elecciones, no hay dictámenes sobre los asuntos que plantea Escudero que son la Ley de Seguridad Interior, la elección del fiscal anticorrupción, robo de hidrocarburos y la minuta de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión en materia de derechos de las audiencias.
Además, los conflictos postelectorales impedirán que se convoque a las respectivas comisiones en ambas Cámaras, porque, se quiera o no, la aprobación de leyes que interesa a uno y otro partido siempre sirven de moneda de cambio.
¿O no?
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El que anda como pavorreal es el presidente de Nueva Alianza, Luis Castro Obregón, no sólo porque le funcionó la sociedad con el PRI en el Estado de México, sino porque por primera vez su partido ganó solito 18 de las 212 presidencias municipales disputadas en Veracruz.
Y aunque los municipios son pequeños, en relación a su número de habitantes y aportación económica al PIB estatal, no deja de ser un gran avance para el partido creado por Elba Esther Gordillo, ahora totalmente desligado de la profesora.
Castro enfrenta en lo inmediato la disyuntiva de asociarse con algún partido –lo ha hecho con el PAN y el PRI-, para la elección presidencial o competir solo por ese 3% de la votación que requiere para mantener el registro.