Hoy y mañana los banqueros del país asisten, como cada año, a su convención anual en el puerto de Acapulco. Para esta ocasión la Asociación de Bancos de México ha rotulado a su reunión con un título que deja mucho a la imaginación en estos tiempos de suspicacias: “Estabilidad política y financiera en México: Variables de éxito ante la incertidumbre global”, reza el encabezado del programa. Lo que signifique.

 

El hecho es que al mirar con detalle las actividades propuestas en el ánimo de aplacar la incertidumbre derivada del provocativo título, lo que se encuentra como ‘platillo fuerte’ –sin demeritar, claro está, a otros participantes- es la exposición de los cuatro candidatos a la presidencia de la República.

 

Allí estarán frente a la comunidad de los banqueros del país, en el orden de presentación, Gabriel Quadri, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, y Josefina Vásquez Mota. Francamente no me imagino a estos personajes analizando, dirimiendo y contrastando la pretendida estabilidad política y financiera de México frente, por ejemplo, a la inestabilidad financiera que vive hoy en día Europa y sus consecuencias políticas y de gobierno.

 

No está mal escuchar los estribillos de campaña de los candidatos presidenciales en época electoral en una reunión como la que convocan los banqueros, pero tengo la impresión que desde hace ya muchos años se perdió la brújula de cuál es el sentido de que la comunidad bancaria del país se reúna convocando a los medios de comunicación y a los expertos.

 

Pero, permítame preguntar –tal vez con alguna descortesía, pero en ánimo crítico: ¿Dónde están los grandes temas que hoy dirimen el futuro de la banca en el mundo, y en México por supuesto? ¿Por qué no –en una ocasión anual como ésta- se discuten a fondo los riesgos que enfrenta el negocio bancario en el país como lo sugieren los propios gabinetes de análisis de los grandes bancos? O ¿Qué futuro se quiere para la banca de desarrollo y cuáles son los modelos en el mundo que hay que seguir, en momentos en que nos lamentamos por la escasa penetración financiera en sectores no rentables? O quizá, ¿cuál es la evaluación y las tendencias del consumidor sobre los bancos y los productos bancarios en México?

 

En fin, me temo que la brújula para estas reuniones anuales se ha perdido en los últimos años y se ha deslizado hacia contenidos cómodos y mediáticamente llamativos, aunque poco transcendentes. Lo grave del caso sería –eso se puede pensar- que la pérdida de brújula no sea tal, sino que estas reuniones, más de carácter ‘social’ que ‘de fondo’, sean un reflejo de la crisis que viven los propios banqueros como gremio o, peor aún, de la intención deliberada de no informar y discutir sobre temas de tal relevancia.

 

Es allí en donde hay que llamar la atención. No se puede olvidar que la banca en México, por decisión histórica, es el corazón del sistema financiero por lo que su desempeño y futuro es un asunto que a todos nos importa y afecta; más aún en un momento en que buena parte del mundo desarrollado está viviendo un verdadero parte aguas en sus sistemas bancarios.

 

De allí que sería de enorme valía que los banqueros, en esta reunión en Acapulco, retomen la brújula para hacer de estas convenciones anuales un foro de evaluación, análisis, discusión y aprendizaje a tono con los desafíos que tiene México enfrente.

 

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