El incremento al salario mínimo enfrenta muchas paradojas.
La primera:
El gobierno, y en especial Hacienda, no quiere llamarle “de emergencia” porque involucra factores políticos, económicos y sociales.
Significaría, argumenta, reconocer el aumento de la inflación y la necesidad de ajustar al alza la percepción salarial para compensar el poder adquisitivo de los trabajadores.
Además, se indexaría ese ajuste a la producción y entonces vendría el círculo perverso de los 70 y 80, cuando la gran perdedora fue la clase obrera mexicana.
Fue la llamada década perdida, y sería fatal meter ese fantasma cuando la economía avanza pese al entorno mundial adverso y se establecen marcas en empleo.
Asimismo, afectaría la confianza en la estabilidad macroeconómica del país cuando las reformas estructurales entran en sus etapas de mayor prueba, en especial la energética.
PACTO: AUMENTO SIN INFLACIÓN
Del otro lado de la tecnocracia, de las cifras frías, está la realidad.
-No cabe duda: tenemos una deuda pendiente con los trabajadores -me dice el secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida.
Y por sus palabras y acciones, con un compromiso político indudable, parece colocarse del lado del factor social de la producción.
Esta semana será definitiva.
Navarrete Prida organiza reuniones con los dirigentes del sector terciario, comerciantes y prestadores de servicios para llegar a un acuerdo.
Son los menos dispuestos a conceder este incremento para terminar con decenios de desequilibrios y dar un paso en aras de la justicia laboral.
Cuando se mira esa pérdida de capacidad de compra viene una pregunta lógica: ¿dónde estaba el PAN, de Ricardo Anaya, cuando se deterioraban la paz social y la justicia laboral?
Pero bueno, Anaya hace grilla y éste es un lugar de avances, por lo cual va la primicia:
El nuevo salario mínimo se acercará a los cien pesos y, en compensación, el compromiso empresarial deberá incluir no afectar los precios de productos y servicios.
Sólo con ese acuerdo el Gobierno federal y Navarrete Prida tomarán decisiones.
NO SON TIEMPOS DE FUTURISMO
- “Todavía no están los tiempos, y menos las definiciones”.
Fue la respuesta del secretario de Salud, José Narro Robles, cuando frente al gobernador de Yucatán, Rolando Zapata, y su colaborador Fernando Castro le preguntaron si será candidato a la Presidencia de la República.
-Va a llegar el momento, y en lo personal tendré que tomar una consideración que no sólo es individual… De frente a una realidad.
Luego el ex rector se reunió en privado con la clase política priista de Yucatán, sin duda la más unida del país.
- Sinaloa está a punto de dar un paso sin precedente: reducir al mínimo los tiempos de campaña y de gastos.
La medida la impulsa el gobernador Quirino Ordaz y trabaja el consenso con los partidos y el Congreso estatal.
- El Panal trabaja sobre un escenario: ir solo en las elecciones de 2018.
A la par, su dirigente Luis Castro organiza grandes foros, el primero de los cuales es para Repensar el futuro, e inicia hoy en la vieja casona de Xicoténcatl, la antigua sede del Senado.
caem