Si bien siempre resulta oportuno reflexionar sobre el futuro de cualquier actividad productiva ante el inminente cambio de la Administración Federal en el próximo mes de diciembre, para la actividad turística es aún más relevante, toda vez que este sector durante los últimos tres años ha venido perdiendo dinamismo en forma notable, ello como consecuencia de una combinación de factores: Primero la emergencia por la influenza AH1N1 en 2009, luego por la propia situación económica mundial que no acaba de mejorar y, finalmente, por la imagen de inseguridad que se proyecta a nivel internacional sobre algunas regiones del país.
En conjunto, hemos perdido capacidad de atraer turistas y de lograr ocupaciones adecuadas, afectándose, en consecuencia, los ingresos reales del sector. En otras palabras, una menor tasa de crecimiento de nuestra actividad frente a competidores más dinámicos, necesariamente lleva en una pérdida de nuestra participación relativa en el mercado mundial de turismo. Esto es precisamente lo que está indicando la baja de México en el rango internacional en el rubro de visitantes extranjeros, recientemente publicado por la Organización Mundial del Turismo.
Revertir esta situación implica hacer un esfuerzo coordinado y sistemático que busque aumentar nuestra participación tanto a nivel internacional como en el terreno local. La tarea no es fácil en la medida en que el mercado mundial, si bien crecerá en los próximos años, se calcula que lo hará a una tasa promedio anual modesta, de entre 3 y 4%.
Más aún, conquistar porciones mayores del segmento norteamericano, principal emisor de turistas en el mundo, será relativamente más difícil que en el pasado reciente si consideramos, y este es un factor nuevo, que el viajero norteamericano tenderá cada vez más a viajar al interior de su país y menos al extranjero, práctica que es alentada por la nueva y agresiva política de los Estados Unidos para fomentar el turismo dentro de su territorio.
Es decir, no sólo enfrentaremos como país un mercado norteamericano cuya expansión no será especialmente vigorosa, sino que los propios norteamericanos competirán ahora más decididamente para quedarse con una mayor parte de su propio mercado. Ello necesariamente nos plantea una situación inédita y nuevos retos para un país como México que cuenta con una oferta de productos turísticos dirigida en gran medida al propio mercado de América del norte.
Para mantener e incrementar nuestra participación y captar más turistas, sólo disponemos de una alternativa: lograr, y plantearnos como objetivo, aumentar nuestras capacidades competitivas como país y como industria. Entre los temas más importantes se pueden citar: la promoción oportuna y continúa, la diversificación de productos, el mantenimiento de nuestros destinos turísticos a estándares internacionales, la mejora de la infraestructura de comunicación, o bien, la de facilitar y fomentar la inversión.
No obstante, para lograr una verdadera política encaminada a mejorar las condiciones generales de competitividad de la industria turística nacional, este conjunto de temas debe incorporarse a un arreglo más amplio dentro de una política de Estado, en donde al turismo se le considere, en los hechos, como una verdadera prioridad nacional. Así, se requiere que el nuevo gobierno coloque a esta actividad como una prioridad y la considere como un verdadero instrumento para el desarrollo de nuestro país, como un importante generador de empleos bien remunerados y de divisas.
Desde esta perspectiva, es esencial que la propia Secretaría de Turismo se constituya como el centro de una nueva estrategia para fomentar la actividad. En efecto, debemos contar con una Secretaría en el ramo que sea fuerte políticamente y esté dotada de los instrumentos necesarios que le permitan crear las condiciones para una expansión del sector dinámica y de largo alcance. Una Secretaría que pueda coordinar los esfuerzos del sector privado y crear las mejores condiciones para que la inversión en todas las ramas turísticas se incremente y, con ello, la productividad y la posición competitiva de México en el terreno turístico.
Nunca será ocioso reiterar que el sector privado vinculado al turismo está en la mejor disposición para comprometerse y participar activamente en una política de Estado que verdaderamente convierta al turismo en una prioridad nacional en beneficio de México.
* Presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET)