Unos días antes del domingo electoral de junio pasado, Alejandra Barrales, presidenta nacional del PRD, y Ricardo Anaya, líder nacional del PAN, ofrecieron una conferencia de prensa conjunta en la que descartaron una declinación de sus respectivos candidatos a la gubernatura del Estado de México. Sin embargo, la forma en que se dio el anuncio fue percibida también como la semilla de una posible alianza entre azules y amarillos rumbo a la elección presidencial y como el nacimiento de un frente común que sumara fuerzas para sacar al PRI de Los Pinos.

 

Bautizada como Frente Amplio Opositor, la idea tiene ya un doble propósito. Es cierto que nació como un mecanismo para “echarle montón” al PRI, pero está claro que -echadas las fichas políticas- también pretende ser un contrapeso de Andrés Manuel López Obrador, quien lidera las adelantadas encuestas. Prominentes personajes de ambos partidos han levantado la voz y la mano para ocupar la candidatura, pero los dados estarían echados. La negociación entre ambas fuerzas apuntaría a que los blanquiazules elegirán de entre sus filas al o a la aspirante presidencial de la alianza, mientras que al sol azteca le corresponderá colocar al contendiente que lucharía por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

 

Lo anterior sería resultado de un análisis pragmático de la coyuntura política, pues la mayoría de los precandidatos presidenciales panistas tienen mejores números que los perredistas. Lo opuesto sucede con los aspirantes capitalinos, en donde el PRD juega una posición estratégica, frente a un desdibujado Acción Nacional.

 

La asamblea de Meade

Si algo le ha funcionado y le ha brindado solidez como instituto político al PRI es la disciplina. Sus militantes, en todos los niveles, han sabido alinearse a las decisiones de las más altas esferas del partido. Es por eso que su Asamblea Nacional, a desarrollarse esta semana, genera tal expectativa. No se puede esconder el cariz de división que envuelve a la congregación tricolor. No son pocos quienes piden que se mantengan los candados para que la candidatura presidencial quede en manos de un priista “de cepa”. Lo cierto es que la cúpula tiene clara la necesidad de encontrar un representante que se salga del molde del rancio esquema priista, por lo que los apellidos Meade, Nuño, Narro y De la Madrid resuenan en las paredes del edificio de Insurgentes Norte.

 

Lobo, el insensible

Quien también se apunta por la candidatura para jefe de Gobierno es el controvertido delegado por Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, quien el sábado mostró su cara más dura. El perredista envió a la Policía para interrumpir un evento en el que estaban presentes niños enfermos de cáncer y sus familiares, y que tenía como fin recaudar “tapitas” de envases de PET, que a su vez serían intercambiadas por tratamientos de quimioterapia y medicamentos. La razón expuesta fue que los organizadores -las fundaciones Somos Más y Banco de Tapitas– no tenían el permiso necesario. Los representantes de éstas aseguran que enviaron un escrito a la delegación y nunca obtuvieron respuesta, pero esto queda en segundo plano. ¿Qué ganó el jefe delegacional al terminar con un evento con fines tan nobles y que se desarrollaba en completa calma? Si lo que buscaba es hacer valer su autoridad, se equivocó de escenario. Quizá deba recordar que la sensibilidad es también parte del servicio público.

 
caem