Por: Dagoberto Espinoza II 

Odio las apps. Creo que nos han hecho (entiéndase al pequeño burgués) un mundo tan accesible que hemos dejado de sorprendernos por pequeñas y simples cosas como conocer una calle o reconocer una canción. Se ha perdido el encanto de buscar por uno mismo, perderse. Pero no todo es una porquería. Hay algunas aplicaciones que aprovechan estos nichos tecnológicos para hablar por su tiempo y expresar emociones a través de nuevas plataformas. Eso es lo que hace atractivo a un dispositivo tecnológico.

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Björk es una de esas artistas que ha buscado explotar esa parte sensible de lo aparentemente banal. Biophilia, el octavo disco de estudio de la islandesa, es la primera obra multimedia que llega al consumidor masivo. Cada una de las 10 piezas del álbum eran una aplicación interactiva de impresionantes gráficas que invitaban al usuario a modificar la pieza con diferentes sonidos y sus combinaciones. Fue una nueva manera de invitar a la gente a experimentar la música, todo lo que el escucha tocaba lo invitaba a formar parte de la canción.

Esto fue lo que llamó la atención de Paola Antonelli, curadora jefe del Departamento de Arquitectura y Diseño del Museo de Arte Moderno (MoMA) en Nueva York. a tres años de su publicación, el recinto anunció la adquisición de las aplicaciones que componen Biophilia. Al respecto, Antonelli comenta: “Comencé a pensar adquirir Biophilia cuando salió. En ese momento, un año después de la salida del iPad, diseñadores y desarrolladores estaban experimentando con aplicaciones que aprovecharan la pantalla de iPad, mucho más grande que la del iPhone. Sin embargo, fue Björk quien realmente innovó la manera en que la gente experimenta la música, haciéndolos parte de la creación de música y visuales en lugar de dejarlos sólo escuchando pasivamente”.

Oficialmente, esta es la primera aplicación del mundo en formar parte de una exhibición de un museo. Aquí  un vídeo que habla un poco sobre la creación de esta notable app:

 

 

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