La Ciudad de México no es la misma.
Y aunque la frase suene repetitiva y falta de sustancia, el hecho de que el sismo registrado ayer haya provocado 140 y diez mil muertos, en 1985 es una muestra.
Por una terrorífica coincidencia, 32 años después del sismo de 8.1 grados registrado en la capital, el país se vuelve a remecer.
Pero a diferencia de aquel fatídico 1985, esta vez las medidas de prevención se aplicaron –no en todos los casos-, la sociedad civil volvió a tomarle la delantera a los cuerpos de seguridad y rescate y las construcciones resistieron el estrés superior de este sismo.
La activación del Plan MX también tuvo que ver con el hecho de que no hubiera más heridos y muertos, y sobre todo actos de rapiña, que siempre se dan.
Los Gobiernos federal y capitalino no se pelearon ni quisieron ganar protagonismo, lo cual también ayuda, y juntos aplicaron un protocolo que incluye la participación de la Marina Armada de México, vital para poner orden en el caos que provocaron inicialmente los cientos, quizá miles de voluntarios que inmediatamente después del fenómeno se pusieron a trabajar.
Habrá quien cuestione el tiempo que tardaron los bomberos en sofocar un incendio o en llegar a un edificio derrumbado; eso será inevitable.
Pero en un juicio popular, la ciudadanía reaccionó con lo mejor que tiene: su solidaridad a prueba de todo.
Parece que necesitamos de estas tragedias para unificarnos.
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La noticia del sismo y sus lamentables repercusiones en la capital del país, en Morelos y Puebla acapararon la atención de todo el mundo con justificada razón.
Pero mientras el centro del país se volvía a estremecer con un temblor, Antonio Echevarría, “Toñito’’, rindió protesta como nuevo gobernador de Nayarit.
No tendría nada de novedoso si no fuera porque con este acto, su antecesor, Roberto Sandoval, queda sin fuero, por lo que no existe ningún elemento legal que impida su investigación.
Sandoval es sospechoso –y sólo eso, hasta el momento- de haber utilizado una fundación fantasma para desviar recursos, de haber facilitado la operación de su ex procurador, Edgar Veytia, preso en Estados Unidos, acusado de nexos con el Cártel de Jalisco y otras linduras como ésas.
Sandoval dice que él ni se dio cuenta de lo que hacía su ex procurador y, contrario a la práctica de otros ex gobernadores que no acudieron a la toma de protesta de su relevo, sí acudió a la sesión de Congreso para entregar el poder.
¿Será que Sandoval está en camino de convertirse en el próximo Duarte de Ochoa?
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El tema del sismo vendrá a modificar agendas y temas de política.
Lo principal ahora es el rescate de las víctimas, su atención, una revisión a las estructuras que fueron dañadas, etcétera.
Los partidos políticos también tendrán que poner de su parte para atender esta emergencia y, por lo pronto, dejarse de protagonismos estériles.
Lo que urge es que el país, todo, vuelva a la normalidad.
Imposible ponerse a pensar en candidaturas en lugar de cuarteaduras, imposible hablar de proyectos políticos y no de proyectos de ingeniería, imposible seguir viendo a 2018 cuando este 2017 nos ha tratado como si nos odiara.
Que el temblor también cimbre a los partidos.