Han pasado horas tras el sismo del martes pasado. La incertidumbre, la constante información y la ayuda han sido el principal factor para lograr el rescate de personas. Pero también hemos vivido momentos de caos; ayer durante el intento de rescates y el traslado de ayuda, las vialidades de la Ciudad de México seguían repletas de personas que no tenían que estar en las calles.
Y no digo que quienes salieron de forma inmediata para ayudar fueran el problema. Hubo quienes salieron sin saber qué hacer en las calles; sin duda, la mancuerna entre la sociedad civil y las autoridades fue la clave para lograr diversos rescates, pero también el exceso de ayuda y de personas en la vía pública y en sus coches causó un mayor obstáculo a la tragedia.
Por horas, el Gobierno federal y el de la Ciudad de México solicitaron a la población no salir de sus casas si no era necesario, pero muchos salieron y colapsaron las principales avenidas por las cuales ambulancias, bomberos y Protección Civil no podían trasladarse con la prontitud que se requería.
Es necesario que en los siguientes días entendamos que no es necesario salir de nuestras casas, que incluso la mejor manera de ayudar es teniendo a nuestra familia ubicada y en las casas o departamentos que no sufrieron daños en sus estructuras.
También es importante que si queremos ayudar estemos atentos a lo que se va requiriendo, porque mucho del apoyo que llegó ayer no era el necesario, por eso es importante permanecer alertas a los llamados de Protección Civil, Cruz Roja o de las cuentas oficiales del Gobierno federal o de la CDMX.
El reto que nos queda no es fácil; habrá de nueva cuenta que reconstruir la ciudad y los poblados de Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas. Y esto lamentablemente nos llevará meses, y quizás años, como pasó con cientos de afectados del sismo de 1985.
Estos días nos hemos concentrado en quienes requirieron de la ayuda inmediata, de los sobrevivientes de los edificios colapsados y de las familias que lamentablemente perdieron a sus seres queridos.
Ahora nos falta levantar el censo de los edificios que quedaron dañados, de aquéllos que no se pueden habitar. Muchas familias, desde el martes pasado, no han podido entrar a sus casas por temor a que éstas se colapsen.
En las próximas semanas tendremos el número real de familias que ya no tienen un hogar y que en la tragedia perdieron todo. Las autoridades deberán, en las próximas semanas, determinar con quienes conozcan los diseños de varios edificios dañados cuáles ya no son habitables, cuáles se deberán demoler y cuáles pueden repararse.
Es por eso que el Gobierno de la Ciudad de México está solicitando la ayuda de ingenieros expertos en estructuras, para que junto a Protección Civil se inicie un censo, pero más importante, un peritaje de muchos edificios de la CDMX.
Por ejemplo, 180 alumnos de la Facultad de Arquitectura y de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México se ofrecieron para ayudar en el levantamiento de forma expedita.
El Gobierno federal lanzó un mapa de edificios dañados por el sismo, principalmente de la Ciudad de México, Edomex, Morelos y Puebla, y de esta forma solicitó la ayuda de la sociedad para identificar las construcciones dañadas y que dicha información sirva para identificar los riesgos y las prioridades de ayuda. Acá la dirección:https://www.gob.mx/sismo/
caem