Barato y fácil de obtener, el pegamento es una peligrosa droga que cada vez consumen más jóvenes en México, problema desatendido por las autoridades y que se relaciona con los indigentes, alertan expertos.

 

“Es una sustancia ligada a la discriminación y las autoridades no le han puesto la atención debida”, señala Luis Enrique Hernández, director de la agrupación civil El Caracol, que trabaja desde hace 24 años con personas en situación de calle, a quienes proporciona ayuda para dejar las drogas.

 

Rodolfo Mejía, El Chicles, de 35 años de edad y quien vive desde los 11 en la calle y consume a partir de los 13, comparte que pese a sus intentos de alejarse del pegamento, sigue consumiéndolo.

 

“Te echas unas monas, y todo se te olvida”, reconoce El Chicles, quien narra que además es muy barato, cuesta entre 10 y 20 pesos una dosis.

 

Hay una amplia gama de productos, y todos son fácilmente comprables en tiendas. Desde el tíner (adelgazador de pinturas), hasta tintas, aerosoles, pegamento, pinturas y otros artículos con una sustancia llamada tolueno.

 

La farmacóloga Silvia Cruz Martín del Campo, experta en el tema del consumo de inhalables en México, subraya los efectos dañinos de la droga.

 

Juan Ángel Espinosa

Haz Click en la Imagen

 

A corto plazo inhiben el sistema nervioso central, y con él llega la euforia, el mareo, la dificultad de articular palabras e incluso las alucinaciones, algo parecido al alcohol.

 

Su consumo continuado tiene consecuencias trágicas: “Produce daños a nivel nervioso, pérdida de visión, dificultades para caminar, incoordinación motriz y toxicidad a nivel de hígado y riñón”.

 

Entre los adictos, la mortalidad “es alta, pero poco documentada”, denuncia.

 

Según la última Encuesta Nacional de Adicciones, cerca de 1% de los mexicanos habían probado los inhalables y mantienen una tendencia al alza desde 2002.

 

Para el director de El Caracol, los solventes son hoy una “sustancia de inicio” a otras drogas, al ser “legal y de fácil acceso”.

 

Hace 15 años, recuerda, empezaron a haber grupos distintos a la población callejera consumiéndolo. No obstante, sigue relacionándose con la clase más baja y por ello “no le han puesto la atención debida, y no existen políticas prohibicionistas”, denuncia Hernández.

 

 

con información de Agencias

*edición impresa 24 Horas

 

caem