WASHINGTON. El funcionamiento del cerebro de la mosca de la fruta podría servir para optimizar el rendimiento de los programas de reconocimiento utilizados en la actualidad por numerosas aplicaciones informáticas, de acuerdo con un estudio divulgado hoy en la revista Science.
De acuerdo con una investigación realizada por dos instituciones estadounidenses, el Instituto Salk y la Universidad de California en San Diego, la mosca de la fruta tiene un método de reconocimiento similar a la de estos programas, pero que funciona de manera diametralmente opuesta.
La mayoría de programas informáticos trabajan con algoritmos que permiten la catalogación de información mediante la reducción máxima posible de los datos acumulados relativos a cada objeto y que son los que permiten su identificación.
Este método permite a los sistemas tener que buscar en el menor número posible de “hashes” (huellas digitales únicas) con el fin de establecer similitudes entre distintas realidades, que pueden ser objetos, sonidos, imágenes e incluso olores.
En la actualidad, numerosas aplicaciones están utilizando estos procesos para almacenar datos y así poder ofrecer a los usuarios productos que coinciden con sus intereses, gustos o preferencias.
“En la naturaleza no te vas a encontrar exactamente el mismo olor cada vez, siempre se va a producir cierto ruido o fluctuación”, observó Saket Navlakha, profesor asistente del Laboratorio de Integración Biológica del Instituto Salk y autor principal del artículo.
Al detectar un olor, el cerebro de la mosca de la fruta activa 50 neuronas diferentes para así establecer una combinación única que identifica esta información de manera inequívoca.
Al contrario que los algoritmos empleados actualmente por ingenieros informáticos, el sistema neurológico del animal deconstruye estos 50 datos hasta obtener en torno a 2.000 huellas digitales, que activan otras tantas neuronas.
Una vez concluido este proceso, el cerebro de la mosca almacena apenas 5 % de la información obtenida, de manera que al volver a percibir un olor similar lo reconoce con más facilidad, explica el biólogo.
Navlakha y un grupo de investigadores consultaron la literatura ya existente sobre el sistema neurológico de la mosca de la fruta y contrastaron los resultados obtenidos mediante su proceso de almacenamiento de datos con los logrados por los algoritmos informáticos, y llegaron a la conclusión de que el método del animal optimizaba los resultados.
“Un sueño compartido por neurobiólogos e informáticos es el entender suficientemente bien cómo funciona el cerebro para poder adaptar sus métodos a la ingeniería informática”, concluyo Navlakha.
JMSJ