Hace 3 años, Malcolm Young dejó la alineación de AC/DC. Se bajó de los escenarios. Cerró los ojos. Y se perdió en sus recuerdos distorsionados por una demencia senil degenerativa.

 

Su enfermedad no le permitió seguir con el grupo.

 

En 1973 había fundado AC/DC en Sidney con su hermano Angus, ambos de origen escocés.

 

Las gaitas se entrelazaron con el poder de las guitarras y nació una de las influencias más ricas del rock & roll.

 

En 1980 nos dieron una clase magistral con el álbum Back in Black. Un homenaje a su primer vocalista Bon Scott y un alarde de riffs y hard rock.

 

¿Qué pasaba entonces por la mente de Malcolm?

 

Nuevas ideas. Velocidad. Deseos de devorarse el mundo y un amor desmedido a la gran musa llamada guitarra.

 

Entonces, Malcolm cerró los ojos y se inventó otra canción acompañado de su hermano Angus y de Brian Johnson. Cuando los abrió, seguía allí. En el escenario. Oficiando otra noche genial de rock & roll.

 

Pero el tiempo se monta en las notas de una guitarra y fluye sin piedad en una canción que parece interminable. Hasta que se impone el silencio.

 

Malcolm dejó de aparecer. De tocar. De hablar. De componer. Se perdió en un laberinto confuso.

 

En octubre de 2017 falleció George Young. El hermano mayor. El mentor. Quien guió a Malcolm y Angus en esta carretera.

 

Semanas después, el 18 de noviembre de 2017, la mañana nos escupió la noticia: Malcolm murió.

 

Lo confirmó este sábado su familia y AC/DC en un comunicado.

 

Malcolm se fue a tocar con otros grandes al paraíso. Al infierno. Adonde sea, que todo es igual en este universo. Otro plano existencial en el camino de regreso a las estrellas.

 

Hoy, en una muy breve tregua que le dio su enfermedad, Malcolm cerró los ojos. Por un instante regresaron sus recuerdos. acarició de nuevo su guitarra. La besó. Se envolvió en un riff maravilloso y se entregó a miles de personas en un ritual único y exclusivo del rock. Malcolm sonrió como cuando escuchó el álbum Rock or Bust, en el que ya no participó.

 

Malcolm ya no abrió los ojos. No despertó jamás.

 

Nosotros, ahora mismo, cerramos los ojos. Y lo recordamos como lo que fue. Un grande.

 

Descanse en paz.

 

¡Que suene AC/DC! Que el rock and roll sea. Podemos ir en paz, hermanos.

 

Gilberto Romero Niño, 18 de noviembre 2017.