Pese a los buenos deseos de Dante Delgado, el jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, no puede ser candidato al Senado.
El dueño del partido Movimiento Ciudadano planteó ayer que, para agilizar la sociedad electoral entre el PAN, PRD y su organización, el candidato presidencial sea del PAN “y la presidencia del Senado para el doctor Mancera’’.
¿Por qué presidencia del Senado?
Bueno, porque en el proyecto político del Frente Ciudadano por México, una de las propuestas, para garantizar el equilibrio de poderes, es eliminar la práctica de cambiar la presidencia del Senado cada año, como ocurre actualmente.
Si el Frente ganara la elección presidencial, la idea es que se nombre a un presidente del Senado que esté en el cargo los seis años que dura la Legislatura.
Sin embargo, pese a esos buenos deseos, constitucionalmente Mancera no puede ser elegible para senador.
Bueno, ni para diputado local.
El artículo 55 de la Constitución, en su inciso V, tercer párrafo, establece que “los gobernadores de los estados y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México no podrán ser electos en las entidades de sus respectivas jurisdicciones durante el periodo de su encargo, aun cuando se separen definitivamente de sus puestos’’.
Así que Mancera o es candidato presidencial o trabaja para que, en el caso de no ser él, el que resulte abanderado del Frente gane la elección para que después lo integre como miembro de su gabinete.
Dante Delgado, por su parte, le metió presión a la definición del método de selección de los candidatos frentistas, pero de paso exhibió su desconocimiento de la ley al proponer a Mancera a un cargo para el cual es inelegible.
Así como que mucho gusto no les dio a los priistas enterarse de que el candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMX será otro tecnócrata, el hasta hoy director general del IMSS, Mikel Arriola.
Igual que como pasó en la campaña de Ernesto Zedillo, los priistas ya comienzan a sentirse desplazados por una generación de funcionarios muy eficientes, pero sin trabajo en la base, que es como ellos llaman a los años de hacer méritos en diversos puestos.
Con Carlos Salinas de Gortari gobernó un grupo denominado Los Chicago Boys, –Pedro Aspe, Jaime Serra, Guillermo Ortiz y el propio Zedillo-, lo que motivó un distanciamiento entre el Jefe del Ejecutivo y el partido.
Hubo incluso un intento por cambiar el nombre del PRI al partido “de la Solidaridad’’, pero sólo se quedó en el papel.
Arriola ha sido un eficientísimo funcionario público; su paso por el IMSS, al que llegó cuando el instituto estaba desahuciado, lo avala.
Pero dejar las oficinas de Reforma para hacer campaña en Iztapalapa o Tláhuac, eso es otra cosa.
Que sólo es cuestión de horas para que el todavía secretario de Educación, Aurelio Nuño, renuncie y se sume a la campaña de José Antonio Meade, la que seguro coordinará.
En su lugar se menciona a la actual secretaria del PRI, Claudia Ruiz Massieu, que ya fue secretaria de Turismo.
Lo que no ha quedado claro es el destino de Enrique Ochoa Reza, pues mientras Meade dice que “le gustaría que se quedara’’ en el PRI, hay versiones de su mismo equipo que lo ubican como candidato al Senado con la intención de que sea el coordinador.
Si ésa fuera la intención, Miguel Ángel Osorio Chong podría brincar al PRI… si ya se le pasó el coraje.