Resultaba más fácil identificarlo como académico que como deportista.

Cierta pinta de profesor distraído, con la cabellera cana alborotada por el viento pero la corbata impecable, muy alto y de mejillas rozadas, Sir Roger Bannister emergía para premiar al jinete ganador de la carrera más exclusiva de Royal Ascott.

Imán inevitable de miradas, el cuchicheo británico que acompañaba a sus lentos y esforzados pasos reiteraba la expresión “sub-four minute mile”: la milla por debajo de los cuatro minutos.

Para ese momento, en verano de 2012, habían transcurrido 58 años desde su gesta en Oxford y la marca de 3.59.04 había sido mejorada en innumerables ocasiones. Sin embargo, Bannister cargaba con ese halo de mito, como si se tratara del primer hombre en la luna o del descubridor de la penicilina.

¿Exageración? Para dimensionarlo resulta imprescindible entender lo que esa marca representaba para la humanidad. Por varios años, los mejores atletas intentaron infructuosamente romper el límite de los cuatro minutos.

Surgían nuevas metodologías, se quebraban diversos records, se pensaba que al fin había nacido un personaje capaz, mas nadie podía. Como si de la carrera espacial o del primer trasplante exitoso de corazón se tratara, se trabajaba simultáneamente en diversos puntos del planeta para rebasar el obstáculo de los cuatro minutos. Sobre todo en el mundo angloparlante, por la vinculación hacia la milla como unidad de medición.

Bannister, quien estudiaba medicina y apenas veía al deporte como un hobby, se llevó esa mañana la ropa de ejercicio al hospital en Londres y tomó el tren a Oxford tras terminar su jornada laboral. Dos años antes, cuando tenía 23, se hubiera retirado de haber conquistado una medalla en los Olímpicos de Helsinki 52, aunque el destino le hizo quedar cuarto y guardó para él otra eternidad.

Las imágenes de la carrera ilustran toda una época. Gente vestida con elegancia a unos metros de la pista, aplausos y vítores conforme Bannister ejecutaba cada vuelta, algunos pendientes de su reloj de mano para saber si el récord era posible a lo largo de esas cuatro vueltas. La primera fue de 58 segundos, pero las siguientes dos resultaron superiores a un minuto, así que la marca sólo se consumaría si conseguía efectuar la cuarta vuelta en 58, como exhausto y desvaneciéndose en la meta, finalmente fue.

Con cargo nobiliario, con un nivel de celebridad que desperdigó sus estatuas por el mundo, ese atleta de medio tiempo ahora sí se retiró para enfocarse en la neurología. Cada que se le repitió la relevancia de su registro, cada que alguien osó referirse a ese día como el más importante en su vida, respondió convencido que no, que si de algo podía estar orgulloso era de sus publicaciones médicas y los avances que logró desarrollar en la misma Oxford, mas entre aulas y laboratorios.

A los 88 años de edad, Sir Roger Bannister, el mediofondista sin medalla olímpica, falleció este domingo. Si todavía se debe ir a la londinense Trafalgar Square para cotejar la medida oficial de la milla en un molde, todavía hace falta remitirse a ese personaje alto, más parecido a académico que a ex deportista, para cotejar cuando el hombre dominó con zancadas esa medida.
Twitter/albertolati

JNO

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