Detrás de la animadversión que Rosario Guerra, candidata a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, ha mostrado contra la abanderada priista Beatriz Paredes, hay una historia de traiciones y alianzas recientes donde la principal beneficiada es la líder magisterial Elba Esther Gordillo.
De acuerdo con priistas, la visceralidad que ha mostrado Guerra en los debates con Paredes va más allá de una rencilla a causa del proceso interno de selección de candidatos del PRI capitalino, donde la neoaliancista quedó sola y obligada a renunciar a su militancia priista.
A diferencia del proceso electoral presidencial, donde Elba Esther se ha aliado al priista Enrique Peña Nieto, en la capital del país Nueva Alianza ha comenzado a tejer una estrategia con las izquierdas para mantener el registro y su bancada en la Asamblea Legislativa, que actualmente se reduce a un legislador.
A decir de priistas, los ataques de Guerra en el debate oficial fueron más que un resentimiento, la instrucción de uno de sus viejos amigos, Manuel Camacho Solís, lo que podría valerle su inclusión en el gabinete de Miguel Ángel Mancera, candidato a jefe de Gobierno.
Guerra y Paredes forjaron su amistad en la década de los 80 cuando trabajaron en la extinta Secretaría de Programación y Presupuesto con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Los líderes de ese grupo, además de Salinas, eran Luis Donaldo Colosio y Camacho Solís.
En 2000, Paredes respaldó a Guerra como candidata a delegada en Coyoacán y seis años después, cuando Paredes buscó por primera vez el gobierno de la ciudad, la apuntaló para ocupar el área de fiscalización del PRI capitalino.
El año pasado, la neoaliancista volvió con fuerza a las filas priistas para conformar su agrupación Tercera Vía y disputar la dirigencia del PRI capitalino e incluso la candidatura a la jefatura de Gobierno.
En ese momento, comenzaron los conflictos Guerra-Paredes, pese a que en un principio habían trazado una alianza para minar al rey de la basura, Gutiérrez de la Torre, quien finalmente pactó con Paredes las candidaturas a delegados, diputados locales y a la jefatura de Gobierno.
Paredes y Guerra mantuvieron una relación cordial hasta noviembre del año pasado, cuando la primera intentó registrar su planilla para la renovación del consejo estatal y se dio un enfrentamiento con el asambleísta Cristian Vargas, conocido como el dipuhooligan, que la llevó al hospital.
Tras ser dada de alta, Guerra exigió a la ex dirigente nacional del PRI su respaldo para expulsar a Vargas del partido, pero nunca hubo un pronunciamiento al respecto.
Guerra renunció al PRI y fue postulada por Nueva Alianza como candidata al GDF, sin embargo, siempre ha negado que su candidatura se deba a la maestra Elba Esther Gordillo, ya que el único vínculo que mantienen con el partido es con Julio Gaviño, presidente del Panal local, también ex militante priista.
Al ser designada candidata nunca lanzó acusaciones contra Paredes, hasta entrar en la dinámica de los debates entre aspirantes. En el primer ensayo de debate, en MVS Noticias, se fue contra la priista y le reprochó haber pactado con el grupo de Gutiérrez de la Torre.
Beatriz Paredes encaró a Guerra y advirtió que era una farsa que la llamara “amiga”.
No obstante, en el primer debate oficial, Guerra aprovechó para saldar cuentas y llamó a Paredes la candidata “golondrina” que cada seis años regresa a pedir el voto.