La promesa de que durante un sexenio no subirá de precio la gasolina es falsa, es una mentira de campaña que corre el grave riesgo de no quedar simplemente como una de tantas expresiones falsas que se dicen durante una campaña electoral.

Es un hecho que resultaría más barato que fueran puro blof todas esas barbaridades de suspender la exportación de petróleo y alimentos, de refinar nuestras propias gasolinas en nuestras propias refinerías, de cancelar la avanzada construcción del nuevo aeropuerto para construir dos pistas en la base militar de Santa Lucía y tantos otros disparates.

Déjeme darle algunos datos que sí vamos a entender todos si estas monstruosidades se convierten en política de gobierno: una inflación superior a 7% durante el primer año de gobierno y en aumento en los años posteriores.

Un déficit fiscal de 4% del PIB que obligue a tasas de interés de hasta dos dígitos, como en el pasado.

Las barbaridades cuestan, y son especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México a los que no podrían acusar de ser parte de la mafia y el complot, los que advierten que los planes populistas del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador cuestan un billón 20 mil 400 millones de pesos (así se ve la cantidad con números: $1,020,400,000,000.00).

El Centro de Modelística y Pronósticos Económicos de la UNAM hace este cálculo con base en lo que el propio Andrés López ha escrito o, al menos, firmado, en los que detalla sus sueños de gobierno.

Una descomunal cantidad de recursos, equivalentes a 20% de todo el presupuesto federal de un año, con el objetivo de construir refinerías con recursos públicos para refinar gasolinas hechas en México que después se tengan que vender con precios subsidiados a los pocos mexicanos que tienen coche, para cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y generar con ello una crisis de confianza de dimensiones descomunales, para hacer el aeropuerto-capricho de Santa Lucía para los pocos que viajan en avión.

Los planes asistencialistas de regalo de dinero a pocos grupos, como los NINIS, costarían más de tres veces el presupuesto de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional juntos.

En un solo año de gobierno de López Obrador, el sector público pasaría de un superávit de 1.1%, que tanto trabajo ha costado, a un déficit de 0.89%. Esto se traduciría en un golpe directo al Producto Interno Bruto (PIB) de dos puntos. Y todo esto sin contar el servicio de la deuda.

La apariencia de este gasto tan irresponsable sería un crecimiento artificial del PIB que apenas llegaría a 3%, pero con una factura que garantizaría una crisis inmediata, para el país por las cuentas públicas y para las familias por la inflación, las tasas de interés elevadas y la pérdida de empleos.

En fin, que se le escurren las inconsistencias económicas por todos lados a estas propuestas que garantizan un rápido camino hacia una crisis económica de dimensiones mayores.

JNO