Pocas cosas en estos tiempos han logrado unificar tantas posturas tan diferentes en torno a un solo objetivo: evitar que un capricho personal y absurdo destruya los avances del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM).

Sin embargo, son tantas las ganas de romper que hay una obstinación con este tema por parte de Andrés López, y ante la falta de argumentos válidos que justifiquen perder miles de millones de pesos, miles de empleos y la confianza en el país, se ha echado mano de mentiras.

Apréndase el manual de propaganda del que construyó la imagen de Adolf Hitler, Joseph Goebbels. Si los analiza verá que su uso está por demás vigente para tareas como ésta de destruir el NAIM.

Uno de los argumentos más mentirosos e ignorantes que se emplean para denostar la construcción de la terminal aérea es que el gobierno de Enrique Peña Nieto está usando los recursos de los trabajadores, ahorrados en las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afore), sin permiso para esta obra de infraestructura.

A los fieles creyentes no habrá manera de convencerlos de lo contrario, pero a quien tenga deseos de razonar el tema, de inmediato verá que las Afore son empresas privadas, elegidas libremente por los trabajadores y que requieren del permiso específico de sus acreditados para invertir a través de las Sociedades de Inversión Especializadas en Fondos para el Retiro (Siefore).

Hay instrumentos que levantan capital para la edificación de grandes obras, como el aeropuerto, que se llaman Fibras, fideicomisos de inversión y bienes raíces. Un proyecto de estas características suele ser una inversión rentable y segura, porque no siempre están amenazadas por el populismo, como ahora le sucede al NAIM.

Cada una de las Siefore, son muchas en cada Afore, determina en qué le conviene invertir dependiendo el perfil de sus clientes. Mientras más jóvenes son los trabajadores acreditados, más riesgo se tolera en las inversiones, porque eso implica mayores posibilidades de ganancias.

Es una medición financiera de costo de oportunidad, no una apropiación desde el poder como sí ocurría en tiempos de Luis Echeverría, tiempos a los que muchos quieren regresar.

Son sólo cuatro Afore las que invierten en la Fibra que financia la construcción del NAIM y aportan sólo 0.9% de los fondos que administran.

¿Y quién demonios le dio permiso a estas administradoras de buscar altos rendimientos en proyectos que tienen el éxito garantizado como el NAIM?

¡Pues los propios trabajadores que libremente decidieron afiliarse a cada una de estas administradoras! Nadie más.

El nuevo aeropuerto fue elegido como una simplificación de la propaganda al estilo Goebbels, que usa la campaña de López Obrador. Pero sí corre riesgos de ser cancelado como un simple daño colateral de una campaña que puede resultar exitosa.

Por eso es que la exposición de argumentos servirá a unos pocos para poner las cosas en su justa dimensión. Los fieles creyentes no necesitan pensarlo, alguien lo hizo ya por ellos, y decidieron que el NAIM es malo.

JNO