A la luz de los resultados de las recientes encuestas, ¿pueden realmente José Antonio Meade y Ricardo Anaya ganar puntos en el próximo debate que les permitan reducir la ventaja que les lleva Andrés Manuel López Obrador?

López Obrador se topará consigo mismo el próximo domingo.

No es un hombre de ideas, sino de frases repetidas durante 18 años, aderezadas con alguna cifra apantallante.

No tiene la instrucción de Meade ni Anaya y su visión de futuro es quimérica.

Sus propuestas son espejismos, no ofrece cifras que sustenten sus ofertas que son lanzadas al aire más como buenos propósitos que con bases técnicas o científicas.

López Obrador ha hecho de la ironía un arma casi letal para Meade, que ha fracasado en el intento por responderle de la misma forma; no es lo suyo.

El tabasqueño evade responder preguntas que incomodan con frases tan hechas como “enviado de la mafia del poder’’, “no caeré en provocaciones’’, “no me voy a enganchar’’ y otras que se han convertido en el credo para sus seguidores.

Y aún con eso, se ve muy difícil que tanto el no priista candidato del PRI y el candidato del Frente puedan ganar los suficientes puntos en el debate del domingo para reducir la ventaja que tiene el dueño de Morena.

Con todo, Meade buscará el domingo dar un salto, porque hasta el momento lo que ha hecho no ha servido de mucho para sacarlo del tercer lugar.
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Apenas hace dos semanas, en la Cámara de Diputados se aprobó una modificación para que la Sección Instructora –la que analiza las peticiones de juicios de procedencia- aumentara a cinco el número de sus miembros con el fin de evitar empates que han frenado el enjuiciamiento de varios legisladores en funciones.

Pues bien, ayer los mismos diputados discutían un dictamen por el que desaparece la figura del fuero y, por lo tanto, evaluaban la desaparición de la Sección Instructora, cuya finalidad era juzgar los casos para determinar si se quitaba o no el fuero al funcionario acusado.

Si desaparece el fuero, entonces la Sección ya no tendría razón de ser.

El proyecto contempla que todos los funcionarios, desde el Presidente de la República, queden sin fuero para ser juzgados en caso de la comisión de algún delito.

Suena bien, pero habrá que esperar a la redacción final del documento para conocer si, por fin, después de años y años de promesas, el mentado fuero desaparece.

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Algo le pasó en el camino a Armando Ríos Piter, el Jaguar, que de plano mandó al diablo al INE y se negó a revisar las firmas que le fueron rechazadas por el propio instituto.

El INE emitió ayer un comunicado para defenderse de las acusaciones del guerrerense, que casi casi acusó al instituto de bloquear sus aspiraciones presidenciales.

No fue así; fue Ríos Piter quien se ha negado a revisar sus firmas, tal y como lo ordenó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Ríos Piter era, de los independientes, el que mejor estructurado tenía su proyecto de gobierno.

Lástima; dejó pasar la oportunidad.