La primera encuesta que se hace pública sobre las preferencias electorales para las Cámaras de Diputados y Senadores también concede una ventaja importante, como partido, a Morena.
Y aunque la atención se centra, por obvias razones, en la carrera presidencial, el tema del Congreso no es igualmente un asunto muy importante para el futuro del país.
En un eventual caso de que López Obrador ganara la Presidencia, que su partido tuviera la mayoría en el Congreso le concedería un poder que no tuvieron en su momento Fox, Calderón o el propio Enrique Peña.
Con el control del Congreso en sus manos, el tabasqueño casi podría hacer lo que quisiera.
De acuerdo a Parametría, que dirige Francisco Abundis, como partido Morena encabeza las preferencias electorales para senadores con 31%, seguido del PAN con 27%, el PRI con 15% y el PRD con 7%.
Las preferencias electorales para la Cámara de Diputados, según este sondeo, se encuentran de la siguiente manera al día de hoy: Morena 32%, PAN 24%, PRI 17% y PRD 6%.
Una mayoría de Morena en el Congreso sí haría posible que, como ha estado ofreciendo en su campaña presidencial, López Obrador tirara algunas de las reformas estructurales aprobadas en este sexenio.
Imagínese a un Presidente totalitario, como lo fue el PRI hace años, con una oposición fragmentada y sin liderazgos de oposición fuertes.
No es, desde luego, el mejor de los escenarios para el país.
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Nada bueno augura el enfrentamiento frontal, sin cortapisas, entre los grupos empresariales y Andrés Manuel López Obrador.
No sólo el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) reprochó al candidato presidencial de Morena las descalificaciones públicas que hizo de algunos de sus miembros.
También la Concamin y la Coparmex salieron a reclamar públicamente al tabasqueño por “sus mentiras’’ y por polarizar a la población en un momento tan delicado para el país.
Pero López Obrador no ha variado el discurso.
Ayer acusó que una “minoría’’ del sector empresarial tiene secuestrado al gobierno y se oponen al cambio “porque quieren seguir robando, no quieren perder sus privilegios’’.
Los organismos cúpula del sector privado reprocharon al tabasqueño que no respete su derecho a disentir, a la libertad de expresión.
Evidentemente tienen razón.
La intolerancia de AMLO a la crítica está más a la vista que nunca; los que no coinciden con él son empleados o parte de la mafia del poder, los que están en contra del “pueblo bueno’’.
Y aunque los sondeos lo siguen colocando puntero en las encuestas, López Obrador sigue empeñado en tropezarse con su propia lengua.
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José Antonio Meade aseguró ayer que fue decisión suya la de imponer, perdón, elegir a René Juárez Cisneros como presidente del PRI, en sustitución de Enrique Ochoa Reza.
También aclaró que sí habrá ajustes en su equipo de campaña, pero que éstos no tocarán a Aurelio Nuño, quien seguirá siendo su coordinador.
Nomás le faltó decir cuándo serán esos cambios porque el tiempo es un lujo que el PRI no se puede permitir y que sin embargo va perdiendo en pugnas internas y en explicar lo que debería entenderse de facto.
Lo de Juárez ya se verá en las próximas semanas si fue un acierto o no, porque el guerrerense aún siendo priista de toda la vida, no tiene el arraigo que se necesitaba para unificar al priismo de todo el país en torno a su candidato presidencial.