Es impresionante la frivolidad que caracteriza a los hombres del dinero y el poder en México y en el mundo. Se especula que 400 millones de pesos fueron saqueados por el hackeo del que fueron víctimas 20 instituciones de las poco más de 50 que integran el sistema bancario mexicano, monto que se le hace poco a Marcos Martínez Gavica, director de Banco Santander y presidente de la asociación de banqueros.
En nuestro país por desgracia existe una gran probabilidad de éxito para quien comete un crimen ante los elevadísimos rangos de impunidad producto de la ineficacia y corrupción de las policias, las procuradurías y los jueces, y en poco ayuda a poner el foco en la urgente persecución de los criminales la frivolidad con la que el presidente de la ABM establece que el monto robado “es poco” frente a los miles de millones que se mueven diariamente en transacciones electrónicas.
Hay que subrayar que los bancos fueron víctimas de criminales y que ningún usuario fue dañado en su patrimonio, y que las baterías de las autoridades y de los banqueros deben estar enfocadas en la captura de esta banda de ladrones cibernéticos y sus cómplices y en reforzar los sistemas de seguridad informática; sin embargo, este caso se ha convertido en una oportunidad para que la opinión pública exija también transparencia a las instituciones privadas frente a sus usuarios.
Si bien los bancos fueron víctimas y no hay pérdida alguna para quienes ahorran e invierten en ellos, sin duda el haber ocultado que fueron objeto de un ataque cibernético por parte del crimen organizado y que ello generó retrasos en las transferencias electrónicas de sus cuentahabientes hasta que el Banco de México intervino en el caso habla muy mal del compromiso de los banqueros con los ahorradores e inversionistas que literalmente depositan el dinero y la confianza, pero no sólo eso a los que cobran no poco por sus servicios.
Este caso también pone la lupa en el pobre ejercicio de la autoridad de los responsables de las instituciones del Estado en todos los ámbitos; en este caso el financiero, pues si bien desde hace ya un buen tiempo tanto el Banco de México como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores han demandado a bancos y casas de Bolsa reforzar sus sistemas de seguridad informática, esas peticiones simplemente no han sido atendidas, y ahí están las consecuencias.
El caso es que el estado de cosas en México es ya de un hartazgo social brutal frente a la opacidad, ineficiencia y falta de respeto de los que los ciudadanos somos objeto de parte de los responsables del sector y del sector privado, y en medio de este proceso electoral, cada suceso abona a ahondar el encono y el enfrentamiento que promueven candidatos y partidos en una elección en la que los mexicanos de una forma u otra expresan que han llegado al límite frente a los excesos y abusos de una clase dirigente abusiva, frívola y depredadora.