En Los Pinos no hay inquietud.

En ningún sentido.

Ni por la baja aprobación del presidente Enrique Peña y de su gobierno.

Ni por la cauda de efectos de ese desprestigio tanto en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como sus candidatos, en especial el presidencial José Antonio Meade.

Y por ende ni por los resultados electorales.

Es decir, en la residencia presidencial no hay temor por el eventual triunfo de un opositor el 1 de julio, sea el tabasqueño Andrés Manuel López o el queretano Ricardo Anaya.

A quienes tienen confianza suficiente para tocar el tema, el mandatario les recuerda una frase recurrente suya desde los tiempos de gobernante del Estado de México:

-Mi especialidad es ganar elecciones.

Y si insisten, les recuerda lo sucedido en 2017 precisamente en el Estado de México.

Con los mismos niveles de impopularidad propia, las mismas acusaciones de corrupción y el mismo desencanto general, Alfredo del Mazo ganó la gubernatura con todas las de la ley.

A todos les impresiona esa tranquilidad.

NI RELEVOS NI GOLPES DE TIMÓN

En el ambiente de la residencia presidencial está el mensaje.

No habrá cambios significativos en el gobierno de Enrique Peña.

Ni en la estructura administrativa ni en la forma de manejar la marcha del país, aunque para los críticos no haya marcha ni acciones efectivas para resolver los principales problemas.

El primer mandatario mantendrá su agenda de manera discreta.

Sus giras, ha ordenado, tendrán como principales características el anuncio de proyectos de inversiones privadas, una forma de recalcar la confianza en México, y la inauguración de obras.

-Nada de colocar primeras piedras –ha instruido.

Si al principio intentó desmarcarse de esos actos porque son simples promesas y muchas veces no llegan a cristalizar por contratiempos y presupuesto, no lo va a hacer al final del sexenio.

La reflexión es obvia:

¿Qué hubiera pasado si ha acudido a declarar el inicio del tren rápido México-Querétaro con inversión china, luego suspendido por problemas diversos, en especial económicos?

Esta decisión es pragmática, pero queda la duda:

-¿Por qué está tan tranquilo en víspera electoral con números en contra?

EL RIESGO DE GRUPOS RADICALES

La presencia del magisterio disidente en la Ciudad de México revive los temores de amplios sectores de la sociedad:

-¿Quién va a controlar a los grupos radicales?

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), tradicionalmente violenta y provocadora, usa la reforma educativa para cumplir su vocación: manifestarse, provocar, hacerse víctima.

No los detiene siquiera el seguro –dicen ellos- triunfo de su aliado Andrés Manuel López, pero tampoco aceptan esperar el resultado de las urnas para sentirse compensados en su lucha.

Sus acciones pueden asustar a quienes, padres de familia, empresarios o personas de bien, quieren un magisterio preparado y un México con enseñanza de calidad.

Si ganan, ha advertido Mexicanos Primero, vendrá la venganza de hordas sin control como las tuvo Oaxaca en 2006 o como las padeció la capital en 2013, tras aprobarse la reforma educativa.

El riesgo será mayor si se vertebran esos grupos radicales al amparo del cadillo vengador.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.