Hace tres semanas dimos aquí la primicia:
Quedó concluida la investigación sobre Ricardo Anaya.
La información está confirmada, tanto como sus principales datos:
La Procuraduría General de la República (PGR) encontró elementos suficientes para incriminar al candidato presidencial de la alianza Por México al Frente, pero sobre todo a su esposa Carolina Martínez y su suegro Donino Ángel Martínez Díaz.
Al ex dirigente panista y hoy abanderado de Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD), recomiendan las conclusiones, se le podrían fincar cargos penales y fiscales.
Los primeros por participar en un complejo esquema de lavado de dinero, lo cual conllevaría asociación delictuosa, y los segundos por evasión fiscal.
Todos delitos graves.
Las investigaciones, empero, no han generado aún órdenes de aprehensión.
Contra la aplicación estricta del Estado de Derecho, es una decisión política y tal vez por los tiempos electorales no hay acción alguna contra ninguno de los tres.
Por ahora…
TRES SEMANAS DE TRANQUILIDAD
Queda poco tiempo para ver el desenlace.
Pasadas las elecciones, el Ministerio Público Federal ya no tendrá el corsé político y podrá evaluar si por fin procede contra los hermanos Barreiro, Juan y Manuel, y más allá.
De momento Ricardo Anaya puede estar tranquilo.
Ha reaccionado con virulencia a la aparición de nuevos descubrimientos sobre sus presunta estrategia de lavado de dinero para enriquecerse y financiar su campaña y su blanco favorito es el presidente Enrique Peña.
Los ataques a Peña seguirán como eje de su campaña.
Hoy como candidato pide juicio y cárcel para él sin señalar datos concretos de la corrupción por él descubierta, pero lo perseguiría a muerte en el hipotético caso de su triunfo.
Anaya sabrá si cometió delitos y los elementos de su defensa, pero triunfe o gane, todavía debe responder ante la justicia como ciudadano común porque no tiene fuero.
En caso de derrota, le quedan casi tres semanas de tranquilidad: Peña no ha tomado la determinación de ir contra quien impulsó como presidente de la Cámara de Diputados, coordinador de bancada y para auparlo a la presidencia del PAN…
Hoy, dicen en Los Pinos, prepara la puñalada de la traición.
GUERRERO Y EL TEJIDO NACIONAL
Guerrero es un caso paradigmático.
Por lo presente y por lo futuro.
Las dificultades del gobierno de Héctor Astudillo muestran cuán difícil es reconstruir el tejido institucional, primera base para reparar el social, la convivencia y la seguridad pública.
Astudillo encontró un aparato gubernamental desmantelado, organismos publicos cuestionados y una clase política polarizada más allá de la militancia partidista.
Lo primero fue poner orden en el aparato oficial, luego crear una coordinación entre los distintos órganos de Gobierno locales y a continuación con la Federación.
Un trabajo de zapa lejos de reflectores y de reconocimientos.
El siguiente paso para Astudillo será asegurar la gobernanza.
¿Cuántos estados están o se encaminan hacia la crisis encontrada por el actual Gobierno de Guerrero?
¿Lo entenderán quienes buscan el poder federal?