Ricardo Anaya sabe que de no ganar la Presidencia en esta elección, no la ganará jamás.
Al menos no por el PAN, porque de antemano y dependiendo de los resultados, será señalado como el presidente del partido que lo sacrificó en aras de una ambición personal.
Los debates han servido para conocer el carácter y la preparación del alguna vez llamado Joven Maravilla, que impresionó a propios y extraños por el manejo de la presidencia de la Cámara de Diputados, a su cargo un semestre.
Tanto que Gustavo Madero trabajó para que Anaya fuera su sucesor al frente del partido.
Pero el Joven Maravilla tenía planes de convertirse en candidato presidencial, al costo que fuera.
Negoció, ofreció, cedió, concedió y también traicionó –incluso al propio Madero al que impidió llegar al Senado-, y se quedó con la candidatura.
Una candidatura que hoy, incluso muchos panistas solidarios, ven como perdedora.
Sin estrategia de comunicación, con problemas internos en el primer círculo del candidato; sin el apoyo económico de quienes antes fueron sus financiadores y con partido atomizado no sólo por imposición, sino por esa sociedad que se ve contra natura con el PRD y el Movimiento Ciudadano.
Anaya ha sido perseguido, dice él, por el gobierno y por sus propios demonios; después de la elección, su estatus político y jurídico cambiará.
Ganar la votación es la única forma de mantenerse con poder.
Si pierde, nadie en el PAN querrá saber de él no sólo por la derrota, sino por la forma tan burda y silvestre de haber desperdiciado la oportunidad de recuperar la Presidencia de la República.
A partir de hoy, Anaya apostará todo su resto… lo poco que le queda.
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¡Vaya escándalo el que se generó en torno a la senadora “Totalmente Palacio” Layda Sansores!
Una nota informativa, acompañada de varias fotografías, la muestran a la salida de la tienda departamental con cajas y bolsas que apenas caben en la cajuela de su lujosa camioneta.
Según la nota, Sansores facturó a la Cámara de Senadores gastos personales como tintes para el pelo y otros artículos, por un monto superior a los 700 mil pesos.
Evidentemente, tratándose de una legisladora, candidata de Morena a la alcaldía de Álvaro Obregón, crítica feroz de la “mafia del poder’’, el escándalo fue tendencia en las redes sociales.
La senadora con licencia dijo que la difaman por sus ataques al poder y que esos productos no eran para ella, sino para la fiesta de diciembre de los trabajadores de intendencia del Senado.
No, pues muy generosa.
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Un asesinato más de un candidato a presidente municipal ocurrió ayer.
Fue en Michoacán –otra vez- y la víctima se llamaba Alejandro Chávez, que buscaba reelegirse como alcalde de Taretan bajo las siglas del Frente.
En Coahuila, Morena denunció que su candidato a presidente municipal de Nadadores, Ismael Aguirre, se encuentra desaparecido desde el martes pasado.
Del 8 de septiembre a la fecha, se ha reportado el asesinato de 110 -111 con el de ayer- políticos; 41 de ellos buscaban un puesto de elección popular.
De esos 41, 28 eran precandidatos y 13, candidatos registrados.
Ha sido la campaña más violenta en la historia del país sin que las autoridades responsables lo puedan evitar.
Qué pena.