A 15 días de la elección presidencial, la pregunta obliga. ¿Serán capaces los electores, la sociedad, de votar por un candidato mentiroso?
Obliga preguntar porque en los debates presidenciales quedó claro que tres abanderados son perfectos mentirosos: Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez Calderón.
¿Qué clase de sociedad, qué tipo de electores serían capaces de votar por un aspirante que por años mintió sobre el origen del dinero para alimentar a su familia; quién votaría por un candidato que lavó dinero para financiar su campaña y quien sufragaría por un dizque independiente que utilizó dinero público para comprar apoyos a su candidatura?
Las anteriores son las mentiras que gravitan sobre cada uno de los candidatos mencionados. Sin embargo, en el último debate se probó que dos de ellos son mentirosos patológicos.
El primero fue Andrés Manuel López Obrador, quien ante millones de ciudadanos negó que José María Riobóo fuera su constructor consentido, y que en su gestión en el DF le entregó contratos sin licitación por 170 millones de pesos.
La mentira fue acompañada por un ataque cibernético a la página que contenía las pruebas de que Obrador engañó a todos durante el debate, además de que ya en el aeropuerto de Mérida –cuando los participantes regresaban a la CDMX-, el hijo mayor de Obrador -José Ramón- llamó “cerdo” a Ricardo Anaya, quien exhibió a AMLO durante el encuentro.
Hoy, las pruebas de que AMLO es un mentiroso patológico están a la vista de todos, como es visible que la honestidad que pregona es otro engaño.
A su vez, Ricardo Anaya tropezó con sus propias mentiras –una más- al negar que como diputado votó a favor de la reforma energética, de la que se desprende la liberación del precio de la gasolina. Anaya presume que, de ganar, bajaría el precio de la gasolina, cuando apoyó la reforma energética.
Horas después del debate, José Antonio Meade exhibió las pruebas de que Anaya mintió, como también mintió con un documento falso -en el segundo debate- sobre la acusación en su contra por lavado de dinero.
Pero no terminan ahí los escándalos. Ricardo Anaya también acusó al candidato José Antonio Meade por el supuesto aval a que el Gobierno mexicano contratara a la empresa brasileña Odebrecht. Meade demostró que propuso investigar dicho contrato y que en el caso Odebrecht, el que debe contestar es el candidato López Obrador. ¿Por qué?
Porque AMLO y la familia de Javier Jiménez Espriú son los verdaderos socios de Odebrecht. Ese vínculo negro también fue negado por López Obrador, quien mintió de nuevo. ¿Por qué?
Porque la esposa y los parientes de Jiménez Espriú son dueños de la empresa Idesa, asociada con Odebrecht. ¿Y qué creen? Que Jiménez Espriú, el mismo al que AMLO propuso como futuro titular de la SCT, fue presidente de Idesa, la empresa asociada con Odebrecht, y que saqueó miles de millones de pesos de Pemex. Otra mentira de AMLO.
Sólo una sociedad de idiotas votaría por un mentiroso. ¿O no?
Al tiempo.