Foto: EFE El debate fue el escaparate perfecto de una batalla que lleva empañando los comicios desde hace meses  

Los últimos días de campaña electoral transcurren en México en medio de una guerra sucia cada vez más brutal entre los aspirantes a la Presidencia, con acusaciones mutuas de corrupción, filtraciones, insultos y llamadas telefónicas contra aspirantes.

 

“Yo no soy corrupto como tú”, le replicó en el tercer debate el líder de Movimiento Generación Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, al candidato Ricardo Anaya, del conservador Partido Acción Nacional (PAN).

 

Esta respuesta se escuchó en este encuentro del 12 de junio en el que los aspirantes a la Presidencia se lanzaron puñales en todas direcciones y se trataron escándalos como el caso Odebrecht o la Estafa Maestra (sobre financiación ilícita a campañas del gobernante PRI).

 

Anaya reiteró que hay un “pacto de impunidad” entre el oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) y López Obrador para no juzgar al presidente Enrique Peña Nieto.

 

Y acusó al líder izquierdista, que encabeza todos los sondeos rumbo al 1 de julio, de favorecer a un contratista cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005), e incluso abrió una página en internet para detallar todo el supuesto acto de corrupción.

 

El candidato del PAN llegaba tocado al debate. Días antes, se filtró un video donde un empresario revelaría una presunta financiación ilegal de su campaña y tráfico de influencias.

 

Y minutos antes del inicio del debate, otras filtraciones, de más de tres horas, arremetieron contra Anaya en esta misma dirección.

 

En ese último encuentro entre candidatos, muy mediático, José Antonio Meade, del PRI, no solo tachó de corruptos al resto, sino que también usó el humor contra López Obrador, posiblemente el que más ataques ha recibido por parte de sus oponentes, por su calidad de puntero.

 

Por ejemplo, mostró una película ficticia, carátula incluida, llamada “La Gran Depresión 2018-2014”, un supuesto filme que vaticina la crisis económica que padecerá México si López Obrador llega a la Presidencia.

 

Pero la guerra sucia no solo se vivió en plató. Más bien, el debate fue el escaparate perfecto de una batalla que lleva empañando los comicios desde hace meses, y que en las últimas semanas ha ganado en inquina.

 

El cruce de acusaciones “se va a seguir recrudeciendo y se está desnudando el tema nodal, porque hay un uso político de las instituciones”, dijo hoy a Efe el decano de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Arturo Sánchez.

 

Estos días, el PAN está pagando anuncios en YouTube con los momentos donde Anaya se mostró más atacante contra el resto de candidatos en el debate.

 

Anaya es quizás el que ha recibido las acusaciones más duras y está siendo investigado por la Fiscalía general de México por supuesto lavado de dinero, en un ejercicio que muchos analistas, más allá de su veracidad, achacan a un uso partidista y político de las instituciones de justicia.

 

Asimismo, López Obrador está siendo atacado desde muchos flancos.

 

A inicios de junio, salieron a la luz una serie de llamadas telefónicas de origen desconocido y realizados a ciudadanos que advertían que López Obrador apoyaba la “amnistía” contra narcotraficantes, a fin de desincentivar el voto.

 

Además, el líder de Morena también enfrenta críticas por su edad. Tiene 64 años y lo acusan de viejo y enfermo.

 

Se han hecho varios promocionales, pero quizás el más duro es uno en que sitúan a un doble del izquierdista en una consulta del doctor con la que podría ser su hija.

 

Lo pintan como un demente, que se repite y ha perdido facultades.

 

“Pues yo la felicito, porque la gente cuando ya no está en condiciones ahí la botan (abandonan), porque ellos pueden llegar a hacer cosas muy peligrosas para todos”, cuenta el doctor.

 

Entretanto, el que parece haber salido más indemne de esta guerra sucia -en la que incluso se llegó a hablar de la injerencia rusa, aunque sin pruebas- es Meade, con una prestigiosa carrera de más de 20 años como funcionario público.

 

“La guerra sucia no me detendrá”, dijo esta semana Anaya.

 

Aunque las encuestas muestran lo contrario, pues el candidato conservador permanece estancado en segunda posición a más de 20 puntos del puntero, un López Obrador que parece a prueba de balas.

 

Sobre él, “ya no se creen lo de Venezuela, que se caerá la economía, apelan al miedo, pero no está funcionando”, explicó a Efe la académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ivonne Acuña.

 

NCG