De las promesas, provocaciones y amenazas, pasó a los hechos.
El presidente Donald Trump ha desafiado todo, y vulnerando sus derechos de libertad, ordenó mediante la “tolerancia cero” separar a niños inmigrantes de sus padres en la frontera con Estados Unidos.
Justificó su acción argumentando: “Los menores son llevados por delincuentes; es un tema de seguridad y los demócratas tienen la culpa”.
Ante la “tolerancia cero” ordenada por el gobierno, anunciada por Jeff Sessions, fiscal general, y reiterada por Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Nacional, el Gobierno mexicano sucumbe.
El espectáculo de los últimos días fue sorprendente y descorazonador.
En un centro de detención en McAllen, Texas, encerrados en jaulas metálicas, cientos de niños y padres inmigrantes esperan ser procesados.
Frente a este grave desafío la decepción del Gobierno mexicano.
Pedir valentía política es mucho.
Una vez más, los inmigrantes mexicanos fueron decepcionados.
El Gobierno mexicano, tarde otra vez, sólo pudo condenar, eso sí, enérgicamente, la “política cruel e inhumana” de separar familias de inmigrantes implementada por el Gobierno de Estados Unidos y pidió frenar la medida.
Conclusión poco contundente para reconocer que niños mexicanos están encerrados en esas jaulas, alejados de sus padres.
Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, dijo: “No podemos ser indiferentes ante un hecho que claramente es una violación a los derechos humanos”.
Es una farsa; con esta declaración no salieron esos niños de las jaulas.
Todo indica que el Gobierno mexicano nada tiene que ofrecer ante el ataque descarado y la trampa del presidente Donald Trump para conseguir los recursos, levantar su muro y reventar cualquier vía diplomática.
Ante acciones ilegales no debe haber espacio para la diplomacia.
Una ola de indignación y furia se dio dentro de los Estados Unidos y a nivel mundial.
Y llegó el golpe final, el enemigo estratégico fue derrotado por el consenso y determinación de su propia familia, de los republicanos y la presión internacional.
Humillados, el presidente Donald Trump y su desbordado racismo, tuvo que firmar una orden para acabar con la separación de familias de indocumentados.
La amenaza continúa, la “tolerancia cero” se mantiene y la defiende el presidente Trump diciendo: “Debemos mantener nuestras fronteras fuertes o seremos invadidos por el crimen y por personas que no deberían estar en nuestro país”.
Siete niños mexicanos siguen afectados por las políticas del Gobierno estadounidense y el trato lento y cruel del Gobierno mexicano.
Por cierto, el mismo trato de separar familias es el que aplica el Instituto Nacional de Migración en México.
Milonga: no sabía, tal vez usted sí, que las cámaras de videovigilancia instaladas en la Ciudad de México y controladas por el C5 tienen consigna. Por eso estas cámaras no grabaron cuando tiraron los restos humanos en Insurgentes y Flores Magón. La explicación del jefe del C5 es clara: “En esa zona tenemos robos de autopartes y de vehículos sin violencia; la consigna que tienen las cámaras en las noches es ese delito, y si se graba la vialidad no se captarían los robos”.
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