SAN PETESBURGO.- Un gol de Lionel Messi en la primera parte y una segunda parte de sufrimiento extremo tras el empate del nigeriano Victor Moses que les dejaba fuera, finalizado por el tanto del defensor argentino Marcos Rojo, clasificaron a Argentina a los octavos de final del Mundial de Rusia 2018.
No hubiera sido coherente con el recorrido del combinado argentino un triunfo cómodo, una exhibición del mejor jugador del mundo. Fue un pase agónico, marcado por un penalti innecesario de Mascherano que dio vida a las Super Águilas, quienes al contragolpe dieron mil y un sustos a la Albiceleste, hasta que anotó Rojo.
Era la última bala de Argentina, la última bala de Messi. Sin red, ni siquiera sin depender en realidad de sí mismos, llegaba la Albiceleste a San Petersburgo, obligada a ganar o a ganar. E incluso eso podría no bastarle si Islandia ganaba a Croacia, ya clasificada, aunque los balcánicos cumplieron con su parte y ganaron 1-2.
Para ello, Sampaoli incluyó el anunciado cambio en la portería de Franco Armani por Willy Caballero y se agarró a los ‘históricos’, introdujo a Éver Banega en el centro del campo para el 4-4-2 y a Marcos Rojo en la defensa junto a Nicolás Otamendi. En la delantera, optó por Gonzalo Higuaín en lugar del ‘Kun’ Agüero.
Nigeria también tenía que apostar sus cartas. No en vano, las Súper Águilas estaban en la ‘pole position’ para pasar a octavos, con tres puntos por uno de Argentina, recordó en la previa su seleccionador, el alemán Gernot Röhr, que mantuvo su esquema con tres centrales, dos carrileros (Victor Moses y Bryan Idowu) y dos puntas móviles, Ahmed Musa y Kelechi Iheanacho.
Con ello, se vio al inicio una Argentina mejor asentada en el centro del campo para la creación, con un Banega que se movía sin cortapisas entre los mediocentros nigerianos y encontraba a sus compañeros con facilidad, con un primer balón a Tagliafico que el lateral disparó muy alto.
No obstante era también una Argentina muy frágil en la defensa. Avisó Musa con un disparo lejano y una pérdida de Mascherano en un mal pase a Rojo dio el balón a Iheanacho, pero la lentitud e indecisión del delantero del Leicester inglés permitió al ‘jefecito’ recuperar la posición y el esférico.
Messi, al que se había visto intentar un eslalon en los primeros diez minutos, detenido con contundencia por Obi Mikel, trazó en el 14 una línea solo visible para Banega, que desde la divisoria lanzó un centro diagonal perfecto para el control con el muslo del delantero del Barcelona, que se dio un autopase antes de fusilar a la red, imposible de detener Francis Uzoho.
Alzó los brazos al cielo Messi y lo hizo también la ‘mano de Dios’, Diego Armando Maradona, dando “espectáculo” en uno de los palcos del Saint Petersburg Stadium.
Argentina respiró y buscó aumentar la cuenta. La tuvo Higuaín a pase de Messi, pero Francis tapó rápido y se llevó un buen golpe, del que se recuperó en minutos. En otra carrera, esta vez de Ángel Di María, una falta del defensor nigeriano Leon Balogun a un metro del área dio otra oportunidad a Messi, que estrelló el balón contra el poste izquierdo de Francis. Se acordaría de ella después.
El futbolista del Barcelona volvería a intentarlo minutos después desde la derecha, con un eslalon imposible en el que cruzó en diagonal, cedió para la pared de Higuaín con Enzo Pérez, para el disparo final de Di María, que se estrelló contra un defensor.
De Nigeria, poco se sabía, y las noticias de Rostov, con un empate 0-0 entre Islandia y Croacia, eran favorables a la albiceleste al descanso.
Todo cambió cuando no habían transcurrido ni cinco minutos de la segunda parte, con un agarrón de Mascherano a Balogun dentro del área que más bien fue un abrazo, visto por el colegiado turco Cuneyt Cakir, que señaló penalti. Un agarrón como otros tantos, pero destacado por lo prolongado, un error impropio de un futbolista de la experiencia del ‘jefecito’.
Moses ejecutó la pena máxima con un disparo raso, a la izquierda de un Armani que se lanzó hacia el lado equivocado. Y Nigeria estaba en octavos, mientras Argentina se quedaba fuera y en Rostov, Croacia marcaba el 0-1 a Islandia.
Argentina tenía que buscar el segundo, pero lo que llegaban eran los contragolpes nigerianos, como un arranque de Musa por la izquierda que dejó atrás a Mascherano con un recorte, pero su pase no encontró rematador.
Sampaoli buscó activar a los suyos con Cristian Pavón en lugar de Enzo Pérez, y salvando un par de carreras del extremo de Boca Juniors, pocas ideas fluían en un ataque albiceleste volcado, pero inofensivo para la ordenada defensa de las Súper Águilas, que recuperaban y salían al ataque.
Enmudecía la mayoritaria hinchada argentina cuando veía correr a la contra a Musa, primero para dar un pase a Ndidi que disparó alto, después para centrar a Ighalo que se hizo hueco ante el despeje errado de Rojo y disparó solo, pero fuera. Despeje de Rojo que el árbitro Cakir revisó ante el monitor, avisado por el VAR porque tocó con la mano tras cabecear, pero no lo vio punible como penalti.
El tiempo corría y Argentina se lamentaba de las oportunidades perdidas, como la de Higuaín, que recibió un centro raso de Rojo por la izquierda y lo mandó a las nubes cuando estaba solo en el área. El gol que querrían haber visto los argentinos casi lo ven los nigerianos cuando Etebo lanzó una falta al exterior de la red.
Cuando todo parecía perdido y quedaban apenas tres minutos de tiempo reglamentario, un centro desde la derecha de Mercado encontró al central Marcos Rojo, en sorprendente ocupación de delantero, que conectó el esférico con su bota derecha y lo alojó en el fondo de la portería de Francis.
El sufrimiento extremo de Argentina tenía premio: los octavos de final, sabedores de que, en Rostov, Croacia estaba cumpliendo con su parte ganando por 1-2 a Croacia. Una parada de Franco Armani a la última ocasión de las Súper Águilas finiquitó el encuentro y certificó el pase a la siguiente ronda.
DAMG/ DPC