Lo advertimos aquí y en otros espacios periodísticos: el sufragio sirve para contratar o escoger autoridades, pero sobre todo para calificar al gobernante en turno.

Bajo esta tesis, que hemos defendido desde hace varios años, se explica el porqué fue elegido Diego Sinhué Rodríguez Vallejo como próximo gobernador de Guanajuato: el mandatario saliente encabeza todas y cada una de las encuestas de evaluación de titulares de Ejecutivos estatales.

Miguel Márquez Márquez no únicamente mantiene la gubernatura para Acción Nacional, sino que es su estado, fue único del país, donde no ganó Andrés Manuel López Obrador.

Del mismo modo en Puebla: Rafael Moreno Valle y Tony Gali –bien calificados ambos- pudieron mantener la gubernatura. Aunque impugnará Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta los comicios, Acción Nacional se quedará con el control del Ejecutivo con Martha Erika Alonso.

Ahora que ya se alejaron los fraudes electorales desde la autoridad que organiza los comicios –ahora la trampa está en la compra del voto, aunque cada día es menos poderosa esa fórmula-, ir a la urna es el castigo o el premio, es el aplauso o la mentada de madre, es la manera de agradecer o aventar al precipicio al que abusó y se agandalló con el presupuesto.

Claro, Jalisco se pintará de naranja por la corrupción galopante y la frivolidad de Aristóteles y compañía. En aquella gran entidad castigaron los abusos y el abismo que existe entre los funcionarios públicos y los ciudadanos.

Enrique Alfaro ganó con 39% de los sufragios, mientras Carlos Lomelí, de Morena, quedó en segundo lugar. Sandoval mandó al PRI al tercer lugar.

De igual manera, los modos, el intento de imponer al hijastro y el nulo tacto desde el poder llevaron a la derrota a Graco Ramírez. Ahí gobernará el futbolista Cuauhtémoc Blanco, de Morena, que ojalá no trate a sus gobernados “de la patada”.

¿Qué podemos decir del peor gobernador del país, Arturo Núñez? Sencillamente que fortalece nuestra tesis. Fue reprobado en las urnas, y por eso la impresionante votación a favor de la alternancia, de la mano de Adán Augusto López Hernández, con 61.4% de los apoyos.

De igual manera el gobernador que se esconde de los medios, y que sólo atiende a “la prensa amiga”. Nos referimos a Marco Antonio Mena Rodríguez, que no pudo meter a un solo diputado priista al Congreso local. ¡Por algo será!

Los veracruzanos también fueron masivamente a las urnas a decirle basta a Miguel Ángel Yunes y a parar su intento de heredar el poder. Aquí lo dijimos: se olvidó de gobernar y solamente ocupó la minigubernatura para vengarse de Javier Duarte.

La gran sorpresa, sin duda, fue la derrota de Rolando Zapata Bello, que aunque bien evaluado, no logró meter a Mauricio Sahuí Rivero al despacho que hoy ocupa. Éste, quizá, es la única excepción, donde un buen gobernador no es premiado. Ahí ganó Mauricio Vila Dosal, del PAN.

Pero que le quede claro ya a todos los que manejan nuestros impuestos: si se pasan, abusan, flojean o nos intentan engañar, serán reprobados en las urnas en las próximas elecciones. Y que nadie se sorprenda de las auditorías que vienen y que algunos gobernadores todavía en turno acaben en la cárcel.

@GustavoRenteria

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