Conforme avanzan las rondas en Wimbledon, Roger Federer enfrenta retos más complicados, en teoría, pero la realidad indica que el de Basilea se crece a los retos en el césped londinense, y ayer, destrozó a al francés Mannarino en sets corridos.
Además de Roger, ganaron Nadal y Djokovic. Así de contundente se mostraron este trío de ases que ha ganado 13 veces Wimbledon, y que ayer, en la mejor jornada de toda la quincena, se mostraron sin fisuras para avanzar a la fase más decisiva del torneo.
Siete años le ha costado a Nadal figurar entre los ocho últimos de Wimbledon. Todo pasó después de la final que perdió contra el serbio Novak Djokovic en 2011.
Al año siguiente se produjo un estallido en Wimbledon cuando cedió contra Lukas Rosol en segunda ronda, de similares proporciones cuando en el 2013 dijo adiós contra Steve Darcis en primera vuelta. Nadal recuperó algo la ilusión la temporada siguiente, aunque el australiano Nick Kyrgios le sacó a cañonazos en octavos.
Federer cumplió con su cita en esta ronda al vencer al francés Adrian Mannarino, por 6-0, 7-5 y 6-4, y acceder por decimosexta vez en su carrera a esta instancia en Wimbledon.
Desde la tercera ronda de final del Abierto de Australia en 2015, cuando cayó ante Andreas Seppi, Federer no ha fallado para escribir su nombre en esa ronda en todos los grandes que ha disputado desde entonces (faltó al US Open de 2016 y Roland Garros en 2016 y 2018).
Ya lleva el suizo 32 sets consecutivos ganados en Wimbledon, su segunda mejor marca, a solo dos de su récord personal, que tiene a tiro para su próximo encuentro, pero lo que más impresiona este año es la fiabilidad de su servicio.
Federer no lo ha cedido ni una sola vez en cuatro partidos en esta edición y lleva ya 81 juegos de saque ganados de forma consecutiva, una racha que se inició tras ser roto por el checo Tomas Berdych en el octavo juego del primer set en las semifinales del pasado año.
fahl