En mi entrega anterior hablaba sobre la necesidad de entender puntualmente el funcionamiento y, por ende, los problemas que aquejan a los mercados agropecuarios en nuestro país, con el objeto de adoptar políticas innovadoras que permitan por un lado elevar la productividad del campo (objetivo económico) y al mismo tiempo mejorar el nivel de vida de los productores (objetivo social). Para ello, señalaba, es necesario trascender tanto la ortodoxia económica como las viejas recetas que han probado su ineficacia en el pasado. Lo anterior se hace aún más necesario ante un escenario comercial internacional cada vez más incierto, en el que las reglas establecidas parecen estar sujetas a la visión mercantilista del actual gobierno de nuestro principal socio comercial.
Un ejemplo de ello es la producción de leche de bovino. De acuerdo a un estudio de la Secretaría de Economía del mercado de producción, procesamiento, distribución y comercialización de la leche de bovino (disponible en https://bit.ly/2v94v0R), en México existe un número aproximado de 250 mil unidades de producción de leche, la gran mayoría de ellas pequeñas, cuya producción en 2015 fue de 11,395 millones de litros. Esta producción se caracteriza por su heterogeneidad tanto productiva como socioeconómica, coexistiendo en una misma zona unidades de producción tecnificada (que emplean técnicas de mejora genética, biotecnología, sistemas mecanizados de ordeña y gestión computarizada de los sistemas de producción, entre otros) y unidades familiares (con un desarrollo tecnológico desigual y poco desarrollo de mercado). En 2014, con un hato de 2.4 millones de cabezas de ganado bovino de leche, el rendimiento promedio por vaca a escala nacional fue de 13.2 litros/día (con una gran variación entre estados que va de 20 a 5 litros/día); como referencia, el rendimiento promedio en Estados Unidos es de 26.7 litros/día.
Una característica de la leche es que ésta es una mercancía o materia prima de flujo, es decir, que no se puede almacenar o regular mediante inventarios como sucede con otros bienes. Esta situación coloca a los productores en desventaja frente a los procesadores en las negociaciones para establecer el precio de compra. Esta desventaja se agudiza en los períodos estacionales de sobreoferta. Por otra parte, la importación de leche en polvo –al ser un sustituto potencial de la leche cruda para la producción industrial de leche– impone un techo al precio de la leche cruda y en la práctica el precio internacional de la leche en polvo se utiliza como referente para establecer los precios de compra de leche cruda. En suma, en México, las condiciones del mercado son establecidas por el lado de la demanda, de los compradores de insumos, y no por las condiciones de oferta de los productores de leche, al mismo tiempo que están sujetas a las variaciones de los precios internacionales de la leche en polvo. Estas fallas y riesgos en la formación de precios de abasto de leche cruda afectan las decisiones de inversión de los productores de leche y, por lo tanto, su productividad y la calidad de su producto.
Por lo anterior, un objetivo de política pública debería de ser que los precios de la leche cruda premien la calidad y la productividad. Para ello, se deben crear mecanismos que permitan ordenar el mercado de abasto de leche cruda para crear incentivos a la inversión. Entre estos, se deben evaluar experiencias de precios administrados en otros países, como por ejemplo Estados Unidos y Nueva Zelanda, donde los precios de la leche cruda se determinan con base en precios de derivados lácteos comerciables (suero de leche en polvo, queso, leche en polvo entera y descremada, etc.). Asimismo, se debe fomentar la organización de productores y procesadores de lácteos, mediante cooperativas de productores, asociaciones de productores y procesadores lácteos y colaboración de productores y el canal de comercialización (para lo cual se requiere valorar las exenciones a la ley de competencia usadas en otros países). Finalmente, se debe fomentar la creación de herramientas para administrar riesgos con seguros de protección contra variaciones de precios y costos en el mercado de leche, así como instrumentos para estabilizar el mercado.
Jorge L. Velázquez Roa
@JorLuVR
NCG