El ex arzobispo australiano Philip Wilson cumple desde hoy su condena de 12 meses de arresto domiciliario por encubrimiento de pederastia, después de que un juez de la ciudad de Newcastle determinara no enviarlo a prisión.
En una vista celebrada este martes, el magistrado Robert Stone, quien el 22 de mayo halló culpable al religioso y el 3 de julio le impuso una condena de privación de libertad, estableció que Wilson cumpla la pena en casa de su hermana en Central Coast, situada entre Newcastle y Sídney.
Wilson, el más alto cargo de la iglesia católica hallado culpable por un delito relacionado con la pederastia, fue encontrado responsable de encubrir los abusos sexuales que cometió el sacerdote James Fletcher en la década de 1970 contra dos monaguillos.
El 30 de julio el papa Francisco aceptó la renuncia de Wilson como arzobispo de Adelaida.
A la salida del juzgado, otra de las supuestas víctimas de Fletcher recriminó a Wilson que no haya pedido perdón.
“¿Philip vas a pedir disculpas por lo que has hecho a mí y a los otros sobrevivientes de abusos sexuales”, gritó Peter Gogarty mientras Wilson abordaba en silencio su automóvil, según imágenes divulgadas por la cadena local ABC.
Tras un tenso altercado verbal con un acompañante no identificado de Wilson, Gogarty -cuyo caso no formó parte del proceso contra el exarzobispo– insistió en que la iglesia católica debe pedir perdón por estos delitos.
“Todavía estoy aquí, todavía duele (…) ni una sola palabra para pedir perdón”, agregó en declaraciones a periodistas Gogarty, autor del libro “Judas Church: Memoir of a Shy Young Fellow” (La Iglesia de Judas: Memorias de un tímido joven).
Gogarty también recordó que el sacerdote Glen Walsh se suicidó el año pasado antes de comparecer en el caso contra Wilson, mientras que Peter Creigh, uno de los dos monaguillos del caso contra el religioso, se encuentra hospitalizado.
El abogado de Wilson, Ian Temby, tiene previsto presentar una apelación contra la condena de privación de la libertad.
Para determinar el arresto domiciliario, el magistrado Stone se apoyó en un informe de las autoridades correccionales, así como en la edad, la condición física y mental de Wilson, que lleva un marcapasos y se le diagnosticó Alzheimer, así como sus antecedentes de buena conducta.
La condena contra el religioso es por haber ocultado entre 2004 y 2006 a la Policía los supuestos abusos sexuales que cometió el sacerdote Fletcher en la década de 1970 contra dos monaguillos: Peter Creigh y otro cuya identidad no fue revelada por motivos legales.
En el proceso, Creigh contó que Fletcher -quien falleció en la cárcel- lo obligó a cometer una felación y a masturbarlo cuando él tenía diez años; así como la conversación que tuvo con Wilson sobre estos hechos en 1976.
El juez Stone remarcó, cuando le declaró culpable, que Wilson puso como prioridad la protección de “la iglesia y su imagen”.
Otras víctimas de la pederastia en el seno de la iglesia católica australiana consideran que la condena de arresto domiciliario es demasiado leve.
“Espero que disfrute los seis meses de vacaciones en la casa de su hermana” (en alusión a que el religioso podrá solicitar la libertad condicional en febrero próximo), agregó Gogarty al prometer hacer campaña contra “la repugnante organización”, en alusión a la iglesia católica.
Por su parte, Anthea Halpin, víctima del sacerdote pederasta australiano Denis McAlinder, no se mostró descontenta: “Se le ha condenado a prisión y ha perdido su empleo. Creo que es un mensaje claro”, dijo en declaraciones al diario Sydney Morning Herald al indicar que no estaba descontenta.
Una comisión oficial que investigó la respuesta de las instituciones australianas a los casos de pederastia reveló que la Iglesia católica, con fuerte arraigo en el país, recibió quejas de 4.500 personas por presuntos abusos de unos 1.880 religiosos y sacerdotes entre 1980 y 2015.
Esta semana, el cardenal George Pell, “número tres” del Vaticano, afronta el inicio de un juicio relacionado con “abusos sexuales de menores” del pasado cuyos detalles no pueden ser divulgados hasta que concluya el proceso por orden judicial, pese a que ya se habían dado a conocer en la presentación de los cargos y en la fase de instrucción.
aarl