En todos los tonos, aquí y en muchos espacios se dijo que resultaría un fracaso la alianza del PAN, PRD y MC, bautizada como Coalición por México al Frente.

¿Y por qué desde su nacimiento la certeza de que la alianza sería un fracaso…?
Porque nadie quiso ver, y menos reconocer, que se trató de un grosero acuerdo cupular, que nunca obedeció a una exigencia social y menos electoral, sino a la ambición de políticos improvisados, como Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, jefes casuales del PAN y PRD, respectivamente.

Y el fracaso de esa alianza era tan evidente que, incluso, los azules y los amarillos aportaron una buena porción del voto ilustrado que llevó a Morena y a su candidato a una victoria histórica.

¿Pero qué pasó intramuros del PAN y PRD para llegar al escandaloso nivel de descomposición de la derecha y la izquierda partidistas?

1. En el caso del PAN, el error capital fue permitir –y estimulado- que el partido quedara en manos de la más escandalosa mediocridad de su historia. ¿Quién era Ricardo Anaya, además de un hábil ambicioso sin límite? El tamaño del liderazgo de Anaya es del tamaño del fracaso del PAN en el poder.

2. Es decir, en los tiempos de gloria del PAN –en los gobiernos de Fox y Calderón-, los dos mandatarios azules copiaron del PRI la manera vulgar de manosear al partido a su antojo, lo que permitió la llegada de escoria política como Manuel Espino y Germán Martínez, dos ex presidentes del PAN que hoy militan en Morena.

3. Luego de ese manoseo, el PAN cayó en manos de un “bufón de la política”, como Gustavo Madero, quien para justificar su derrota en 2012 promovió una reforma electoral –dizque para impedir las victorias electorales “a billetazos”-, que resultó fallida, como queda claro.

4. La mediocridad de Madero fue tal que lo engatusó un ambicioso sin freno, Ricardo Anaya, al que lo último que le importó fue el partido. Artífice de los mayores niveles de corrupción del PAN –como “los moches”-, Anaya corrompió todo lo que tocó, a cambio de ser el candidato presidencial.

5. De esa manera –y mediante corruptelas sin freno-, Anaya trastocó el curso natural del PAN, que apuntaba a la candidatura de Margarita Zavala, como la única capaz de competir con el ya incontenible candidato de Morena.

6. A la corrupción del PAN y las ambiciones sin límite de Anaya se sumó el fracaso de los Chuchos al frente del PRD. Y es que contrario a la lógica política elemental, en lugar de fortalecer una alternativa real de izquierda –y exhibir las contradicciones ideológicas de Morena-, el PRD se entregó a los brazos del PAN a cambio de un espejismo; mantener el poder en la CDMX.

7. Y era un espejismo porque los amarillos habían perdido la capital del país desde 2012, cuando un candidato sin partido, como Miguel Mancera, debió recuperar el Gobierno.

Hoy, PAN y PRD viven el fracaso y el ocaso, y regresarán a la oposición testimonial. El problema es que en sus filas no están las mentes brillantes que se enfrentaron a lo más atrasado del PRI.
Al tiempo.