Hacia los sueños no existe un camino definido: lo que para algunos llega de manera casi natural y aparentemente menos sacrificada, para otros implica mayores pesares, incertidumbres, retos.

Oswaldo Alanís decidió a fines del año pasado que cambiaría la comodidad de Guadalajara, donde era adorado, cobraba de maravilla y tenía la vida asegurada, por un desafío mayor: demostrarse que es capaz de jugar en Europa.

Entonces debió sortear el primero de los obstáculos, que fue el medieval esquema laboral bajo el que han de desarrollarse los futbolistas en México. Amenazado de no volver a ser alineado, quedando confinado a entrenar con juveniles; orillado a aceptar el traspaso a Monterrey, donde viviría tan placentero como en Guadalajara; obligado a renovar contrato bajo los términos que indicaba Chivas, Oswaldo se mantuvo firme: continuaría su carrera en el extranjero.

Meses después, publicaba lleno de entusiasmo su imagen por abordar hacia España y el club Getafe oficializaba la contratación. No obstante, una serie de cambios directivos propiciaron que quienes confiaban en Alanís se marcharon y el defensor quedó desamparado, con su breve casa ya no interesada en sus servicios.

Así, hoy realiza lo más loable que es luchar por lo que cree, que es no rendirse antes de cumplir con sus anhelos, que es pelear hasta el límite por ser lo que él mismo ha decidido ser y no lo que otros (en su momento Chivas, días atrás el Getafe) pretenden que sea.

Eso basta para tenerle como ejemplo de superación, de congruencia, de apego a unos ideales, por mucho que no falten (o incluso sobren) quienes le atacan desde la burla en horda desde redes sociales.

No existe riesgo más justificado que el que se corre en aras de la ilusión propia. Dicho eso, no importa si Alanís termina en un equipo más o menos relevante de Europa, si se contrata en primera o va al Real Oviedo como parece: él ya ganó, porque nadie podrá decirle que hasta el fondo no lo intentó.

Si todos tuviéramos esa perseverancia, ni duda cabe, como individuos y como sociedad seríamos mejores.

Como resumen, las tres palabras que ha reiterado: defiende tu sueño. Si defiende en la cancha como ha defendido su ilusión, Alanís no sólo cumplirá con su voluntad de jugar en Europa, sino también de destacar en las canchas de ese continente.
Twitter/albertolati

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