El problema de los llamados “porros” –como la voz popular motejó a las porras deportivas- es tan viejo como la existencia misma de las más importantes instituciones públicas de educación superior.
Para nadie es secreto que, a lo largo de la historia universitaria, los “porros” han sido utilizados como grupos de choque por partidos políticos, autoridades universitarias y mafias que regentean las rentas económica y política dentro y fuera de la UNAM y/o el IPN.
Tampoco es nuevo que en las últimas décadas –especialistas calculan que por ahí de los años 80 del siglo pasado-, el típico “porro” vivió una gananciosa mutación que lo convirtió en golpeador y distribuidor de droga.
Así, ante la creciente oferta y demanda de drogas y de violencia para mantener el control, en los campus universitarios se diversificó el trabajo del “porro” y surgió el “porro-dealer”, que pronto se convirtió en potente agente económico para rectores, directores de escuelas y empleados.
Lo cierto es que desde hace décadas, todo estudiante de preparatoria, vocacional o educación superior conoce la existencia de las mayores lacras de la UNAM y el IPN; los “narcos” y los “porros” y su nueva mutación, los “porro-dealers-, cuya existencia fue documentada en video –por primera ocasión- el 4 de julio de 2017 por el portal www.letraroja.com.
Sin embargo, la noticia es que pocos conocen de quiénes son “las manos que mecen la cuna” para que los “porros” y los “narcos” sigan vigentes por décadas en la UNAM y el IPN, como verdaderas mafias universitarias.
Pero, para quienes gustan de la amnesia selectiva, vale recordar que desde la segunda mitad del gobierno de Ernesto Zedillo, aquí se documentó la creciente influencia en la UNAM del grupo político de Juan Ramón de la Fuente –titular de Salud en el gobierno priista de Zedillo, ex precandidato presidencial del PRI y ex rector de la UNAM-, como uno de los poderosos jefes del porrismo en la UNAM.
De la Fuente llegó como rector impuesto por Ernesto Zedillo -luego del conflicto que mantuvo paralizada a esa institución desde el 20 abril de 1999 y hasta el 6 de febrero del año 2000-, y para mantenerse en el poder creó, solapó y fortaleció la mayor red porril de la historia. Casualmente, el principal operador de los “porros”, con Juan Ramón de la Fuente, se llama Javier Jiménez Espriú.
¿Y qué creen?
Que hoy, Juan Ramón de la Fuente es uno de los más leales lopistas y, por eso, fue nombrado representante del gobierno de Morena ante la ONU, en tanto que Jiménez Espriú será secretario de Comunicaciones y Transportes y su hijo, Raymundo, responsable de redes y digitales en el gobierno de AMLO.
Desde entonces -y ante la complicidad de rectores y directores de escuelas y preparatorias-, la figura del “porro-dealer- es la mayor fuerza de presión, choque, extorsión y venta de drogas de la UNAM, solapado por rectores como De la Fuente y por grupos de poder como el de Jiménez Espriú.
¿Qué tal? ¿Hasta cuándo?
Al tiempo.