Santiago de Chile.- Chile conmemoró ayer el 45 aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, una fecha que aún genera división y que se recordó con homenajes al derrocado presidente Salvador Allende.
Los partidos políticos y el Gobierno optaron por realizar actividades separadas para recordar el alzamiento militar que lideró Augusto Pinochet y que desembocó en el suicidio de Allende y una dictadura que duró 17 años.
Las formaciones de la oposición de centroizquierda y las organizaciones sociales y pro derechos humanos salieron a las calles para rendir tributo a Allende, que el día del golpe se atrincheró en el Palacio de La Moneda mientras la sede gubernamental era bombardeada por los militares golpistas.
El Gobierno del presidente conservador Sebastián Piñera, en cambio, optó por una sobria ceremonia al interior de la sede del Ejecutivo, muy diferente a los homenajes que organizó los últimos cuatro años la ex mandataria Michelle Bachelet.
Uno de los principales actos de la jornada fue el que organizó la Fundación Salvador Allende en la sede santiaguina del Congreso, que contó con la participación de familiares del derrocado presidente y representantes de todo el arco político opositor, desde el Partido Comunista a la Democracia Cristiana.
La senadora socialista Isabel Allende, hija del presidente homenajeado, afirmó que es una fecha de “recuerdos, sentimientos y emoción” que la hacen sentir “orgullosa”.
Carmen Frei, hija del ex presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y vicepresidenta de la Democracia Cristiana (DC), aseguró que las consecuencias del golpe de 1973 siguen presentes en la actualidad.
“Todavía no sabemos dónde están cientos de detenidos desaparecidos y aún no se aclaran todos los crímenes cometidos. Los pactos de silencio, desgraciadamente, siguen en pie y en miles de hogares todavía se espera verdad y justicia”, sostuvo Frei, cuyo padre murió en 1982, presuntamente envenenado por agentes de Pinochet.
Antes de esa actividad, representantes de partidos de izquierda se congregaron en “Morandé 80”, una puerta lateral del Palacio de La Moneda que Allende utilizaba para entrar y salir del edificio, y por la que fue sacado su cadáver el día del golpe.
Por la noche, miles de velas fueron encendidas en los alrededores del Estadio Nacional, el primer centro de detención tras el golpe militar de Pinochet.
En el recinto deportivo, los parientes y otros sobrevivientes de la dictadura depositaron ofrendas florales y tocaron música en el lugar, que reza en su galería norte que “un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro”, en homenaje a los caídos de la época.
LEG