China reaccionó hoy a la inminente entrada en vigor de nuevos aranceles en Estados Unidos a los productos chinos importados por valor de 200 mil millones de dólares con el anuncio de una nueva tanda de gravámenes a bienes estadounidenses por 60 mil millones de dólares.
Este anuncio se produjo después de que horas antes el Ministerio chino de Comercio advirtiera de que estaba obligado a tomar represalias equivalentes, sin precisar cuáles, y pidiera al presidente estadounidense, Donald Trump, que rectificara “a tiempo”.
Los productos chinos afectados serán más de cinco mil, entre los que se incluyen bolsos, arroz o prendas textiles, y se les aplicarán gravámenes del 10%, que podrían incrementarse hasta el 25% a partir de enero si ambos países no alcanzan un acuerdo, según amenazó el mandatario estadounidense.
“Estamos profundamente apesadumbrados”, afirmó hoy el Ministerio de Comercio de China, que manifestó su esperanza en que “Estados Unidos reconozca las consecuencias dañinas de su acción y rectifique a tiempo con medidas convincentes”.
Horas más tarde, ese mismo departamento confirmó que China impondrá aranceles de entre un 5 y un 10% (los expertos barajaban que podrían ser de hasta el 25%, pero finalmente Pekín ha moderado las contramedidas) a unos cuatro mil tipos de productos por valor de 60 mil millones de dólares.
“A pesar de la decidida oposición de China y a la presentación de quejas formales, Estados Unidos ha insistido en adoptar una postura errónea, violando las normas de la Organización Mundial del Comercio”, señalaron en un comunicado las autoridades de Pekín, que ya habían amenazado con tomar esta medida si Washington dictaba nuevas tasas.
Pese a las continuas amenazas por parte de ambas potencias, hasta la fecha únicamente se han impuesto aranceles mutuos por valor de 50 mil millones de dólares que se aplicaron en dos fases (una inicial a bienes de 34 mil millones y una segunda a productos por valor de 16 mil).
En ambos casos, Pekín esperó a que entraran en vigor las tasas estadounidenses para aplicar de forma inmediata las suyas, tal y como ocurrirá con la nueva tanda de gravámenes que se aplicará el 24 de septiembre, día festivo en China por la Fiesta de Medio Otoño.
Es posible que la respuesta de China desencadene nuevas medidas de Trump, quien, según avanzó ayer, está dispuesto a imponer una nueva oleada de tarifas a productos por valor de 267 mil millones de dólares en caso de que hubiera reacción de Pekín.
Los equipos negociadores de Washington y Pekín han mantenido ya cuatro rondas de conversaciones (dos en cada ciudad), en las que no han conseguido ningún acuerdo, y se emplazaron la semana pasada a una nueva reunión a finales de este mes en suelo estadounidense, a invitación de EU.
No obstante, la confirmación de que una nueva tanda de aranceles de semejante envergadura se empezará a aplicar desde el próximo lunes pone en riesgo ese encuentro, alertó hoy el diario “South China Morning Post”, que indicó que podría cancelarse.
La escalada del conflicto comercial entre las dos primeras potencias del mundo tendrá consecuencias, pronosticó hoy la agencia de calificación estadounidense Standard & Poor’s (S&P), que cree que “causará un sentimiento de shock y reducirá el futuro crecimiento global” y que el comercio caerá y, con él, las compañías de transporte e infraestructuras.
Para China, S&P espera que las compañías domésticas absorban un impacto directo, especialmente las que dependen más de las exportaciones a Estados Unidos, mientras que para este país prevé que las empresas se vean más o menos afectadas en función de si pueden encontrar proveedores alternativos.
También alertaron hoy de las consecuencias negativas de la guerra comercial las Cámaras de Comercio de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) en China.
La primera lamentó que los aranceles provocarán “sufrimiento” a las compañías estadounidenses en el país y tendrán “un impacto negativo en sus negocios”, mientras que la de la UE pronosticó que la repercusión en las firmas europeas se magnificará.
“Más compañías tendrán que reajustar su cadena de proveedores, lo que llevará a más costes inicialmente y a tener que dedicar más tiempo a asegurar la estabilidad”, dijo el presidente de la Cámara de Comercio de la UE en China, Mats Harborn, quien alertó de que estas firmas podrían tener que cambiar su sede de operaciones a otro país.
Aunque la UE comparte las preocupaciones y la “frustración” con Washington por el hecho de que Pekín no avanza en sus reformas, cree que la aplicación indiscriminada de aranceles es “una locura económica” y, aunque lo interpreta como una “táctica de negociación de Trump“, duda de su eficacia.
TFA