¿Cuánto cuesta el tiempo del Presidente?

 

La pregunta obliga, luego de la demora de cinco horas que padeció el Presidente electo por el deficiente servicio de la línea aérea comercial y de bajo costo en la que acostumbra viajar.

 

Pero, además de conocer el costo del tiempo del Presidente, la pregunta debe apuntar al análisis de lo que significa –en todo su peso específico- la figura presidencial. Y para entenderlo, vamos por partes.

 

1. El Presidente no es un mexicano cualquiera. En los hechos es una institución fundamental del Estado y, al mismo tiempo, es el mandatario al que los mandantes –que somos los ciudadanos- encargaron el desempeño del cargo de Ejecutivo Federal.

 

2. El Presidente fue electo por el voto ciudadano para desempeñar, al mismo tiempo, los cargos de jefe del Gobierno y Jefe del Estado.

 

3. Y una vez electo –y cumplida la formalidad de la democracia representativa que nos dimos en la Constitución-, el Presidente deja de representar a un partido político y asume el cargo de mandatario de todos los ciudadanos, hayan votado por él o no, por su partido y/o su proyecto.

 

4. Por tanto, Andrés Manuel López Obrador ya no es jefe de un partido y tampoco líder de un grupo político. Ya no puede hacer lo que le plazca, sino aquello que le impone el cargo de primer mandatario.

 

5. Y es que cuando una mayoría de mandantes depositaron en Obrador la responsabilidad de conducir los destinos del país, en realidad lo contrataron para trabajar por todos; los que votaron por él y los que no.

 

6. Pero lo más importante es que ya como Presidente, Obrador encarna la unidad nacional y tiene la responsabilidad de garantizar la estabilidad política y económica del país.

 

7. Y debido a esa alta responsabilidad –porque es depositario del mandato presidencial-, Obrador no sólo está obligado a cuidar la imagen del Presidente, sino a cuidar sus palabras, su salud, su seguridad y el uso del tiempo; tiempo que es del Presidente.

 

8. Y es que –nos guste o no- López Obrador fue electo para conducir al país al mejor destino posible, con los mejores resultados y apoyado en los mejores colaboradores.

 

9. Pero sobre todo, Obrador tiene la responsabilidad de ser garante de la unidad nacional y de respetar y hacer respetar la Constitución, no para confrontar a los ciudadanos, no para estigmatizar a sus críticos, no para clasificar o dividir a los ciudadanos, entre buenos y malos.

 

10. Las palabras del Presidente deben ser puntuales y certeras; deben transmitir confianza y certidumbre; no pueden ser fuente de discordia y división. La seguridad del Presidente es la seguridad y la estabilidad del Estado, y un minuto que se pierde del tiempo del Presidente es el tiempo perdido para transformar al país, para crear empleos, para combatir la inseguridad y la violencia.

 

López Obrador ya no es un líder social y menos un jefe de partido; es el Presidente de todos los mexicanos y debe comportarse como tal, porque para eso fue votado. Lo demás es populismo chabacano.

 

Al tiempo.