Han pasado más de tres meses desde que el nuevo Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó al poder.
Para empezar hay que explicar que Sánchez no fue Presidente por las urnas, sino que fue a través de una moción de censura. Esto consiste en que los diputados en el Parlamento votan por otro candidato del que ya está, que en ese momento era Mariano Rajoy.
Pedro Sánchez sólo dispone de 84 diputados, pero convenció a los populistas del grupo Podemos y a los independentistas de Cataluña y País Vasco para que le votaran y que, de esa manera, pudiera acceder a la Presidencia del Gobierno.
Por supuesto que se trató de un asunto legal. Sin embargo, tengo mis dudas de que fuera éticamente legítimo. El Presidente del Gobierno entró por la puerta de atrás, y eso no ha gustado a la ciudadanía.
Las decisiones que se han tomado desde mediados de junio han sido, al menos, controvertidas. La determinación de sacar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos ha despertado mucha polémica. Lo mismo ha ocurrido con las alas que le ha dado al independentismo catalán. Si Sánchez quiere permanecer en la silla del poder, no tiene más remedio que soltar lastre con los independentistas catalanes.
Durante los dos gobiernos de Mariano Rajoy se les mantuvo a raya. Aplicó el artículo 155 por el que la gestión de Cataluña pasaba a manos del Gobierno Central en Madrid. Y metieron en prisión a los políticos catalanes que declararon ilegalmente la independencia el 27 de octubre de 2017. La ilegalidad se produjo al no respetar la Constitución Española.
Hoy, los políticos catalanes presos han sido trasladados a las cárceles catalanas cuando se encontraban en Madrid. Se trata del primer paso para que puedan salir a la calle.
Pero es que, además, Pedro Sánchez les está dando todo lo que los independentistas le están exigiendo. De cualquier otra manera, el Ejecutivo de Sánchez no podría sostenerse.
La última del Presidente ha ocurrido en Canadá. Sánchez se encuentra de visita oficial en aquel país. Pues resulta que ha pasado revista con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y con Begoña, la mujer del Presidente español. Claro, muchos se preguntan qué hacía la mujer del presidente Sánchez pasando revista con los dos mandatarios. Ella es la esposa del Presidente, no la Presidenta del Gobierno.
No son maneras de hacerlo; claro que les va más el protagonismo que la seriedad que se requiere en un acto solemne. Al parecer de eso no saben, no entienden, nadie se los ha explicado o sencillamente les da igual.
Y estos tres meses largos en el poder culminan con el problema al que se enfrenta el presidente Sánchez en la universidad.
El Presidente copió fragmentos de trabajos de diferentes maestros para su trabajo. Eso le está desprestigiando de una manera directa. El tema es serio, pero sobre todo la diferencia estriba en que se trata del Presidente del Gobierno de España, además de que le está restando mérito a la universidad española, que vemos que cada vez está más politizada cuando el mundo de la Academia debería ser inmaculado.
A veces me avergüenzo de la clase política que tenemos en nuestra nación.